Antes de convertirse en el detective más brillante de todos los tiempos, Sherlock Holmes fue un muchacho con un temperamento muy diferente al hombre que poseía una actitud calmada y asertiva. Sherlock era un joven sin filtro y que avergonzaba a su propia familia, por lo que no poseía para nada la imagen de héroe y genio, pero ésta la fue ganando conforme supo demostrar sus habilidades y cambiar su actitud. Todo inicia cuando en la Universidad de Oxford a la que asiste ocurre un misterioso asesinato que conmociona a todo el cuerpo estudiantil y debido a que la policía necesita resolver el caso, todos los estudiantes son señalados como posibles culpables, lo cual provoca que todos sean confinados en sus dormitorios hasta que todo sea aclarado. Sherlock no va a permitir que esto le ocurra ni que nadie vulnere su libertad, así que en contra de todos decide investigar el homicidio que poco a poco lo van llevando a toda una conspiración peligrosa que si logra detenerla, se convertirá en una leyenda. De este modo surge el detective Sherlock, siendo un chico rebelde con pocos recursos que no se detendrá ante nada ni nadie.