A inicios del siglo XX nacen dos niñas que a pesar de pertenecer a mundos diferentes quedarán entrelazadas de por vida y sin esperarlo, lo cambiarán todo para sus familias y futuros descendientes. Catalina y Clara son dos bebés que nacen en el mismo día y que por un error (o quizás no tanto) son intercambiadas, convirtiéndose así una la hija de la criada mientras la otra vive entre la riqueza ya que es la pequeña de la familia Valdés. Los Valdés son una familia gallega bastante acomodada que habían creado su fortuna por una fábrica de conservas. Doña Inés es la fiel esposa de Don Gustavo, es la matriarca de la familia y a pesar de las desilusiones que sufre, ella se encarga que tanto Catalina y Clara forjen una vida mejor que la de ella, pues las prepara de la mejor forma para que sean mujeres brillantes y sobresalientes, que puedan perseguir sus sueños y que no se conformen con el amor de cualquier hombre. De esta manera, estas mujeres revolucionan la época al montar todo un imperio de la industria conservera, pues aunque las mujeres no podían poseer nada en aquel entonces, ellas demuestran que pueden ser dueñas de lo que sea y transformarlo en algo brillante a lo largo de diversas generaciones.