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    Ready Player One: Comienza el juego
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Ready Player One: Comienza el juego

    Spielberg escribe una carta de amor no sólo a los 80, sino a todo un mundo que ya no existe

    por Claudia Llaca

    Llevar un libro a la pantalla no es tarea fácil, y menos uno como Ready Player One: comienza el juego. De hecho su autor, Ernest Cline, nunca pensó que sería posible dada la cantidad de referencias a iconos de la cultura pop que la historia contiene. Pero entonces llegó Steven Spielberg para hacerse cargo del proyecto y la magia comenzó. Cline ha declarado que fue un sueño hecho realidad el que Spielberg fuera el elegido para dirigir el proyecto, pero en realidad nadie más hubiera podido sacarlo adelante con tanto éxito.

    Y es que Ready Player One: comienza el juego tiene estampada la firma de Spielberg por todos lados, con todo y que el director retiró gran parte de las referencias a sus películas. La novela surge en gran parte de la inspiración que sus obras generaron en Cline, y el universo literario en dónde un mundo post-apocalíptico se entremezcla con una vida virtual paralela, sea moldea perfectamente en las manos de Spielberg.

    Ready Player One: comienza el juego se desarrolla en 2045, año en que el mundo es un lugar sobrepoblado e invivible. Por eso la gente pasa casi todo su tiempo dentro de Oasis, un juego de realidad virtual que les ofrece una vía de escape en su día a día. Cuando James Halliday, el creador de Oasis, muere, deja como legado un video en el que anuncia que ha plantado tres easter eggs en el juego y que quien los encuentre heredará toda su fortuna. Esta situación se vuelve el motivo de vida de varias personas, entre ellas Wade Watts, cuyo avatar en el juego es conocido como Parzival, y sus amigos, a quienes no conoce en la vida real.

    Spielberg nos regala una inmersión nostálgica a un mundo pasado que arranca desde el soundtrack con muchas de las mejores y más emblemáticas canciones de los ochenta, y por supuesto, con el DeLorean modificado que Parzival utiliza para moverse dentro de Oasis. Las referencias son infinitas, y seguramente habrá que ver la película más de una vez, y para los más clavados, hasta cuadro por cuadro para encontrarlas todas.

    Técnicamente Ready Player One: comienza el juego es una joya que maneja magistralmente el ir y venir entre lo real y lo virtual. Sin duda, tiene varios elementos diferentes al libro, pero ninguna tan importante como para cambiar su esencia. Quizá lo mejor de Ready Player One: comienza el juego es la sensación de encontrarnos nuevamente envueltos en una película de Spielberg, de las clásicas. Al igual que en sus mejores obras, la película no te suelta desde que empieza hasta que acaba; no hay un solo minuto libre para divagar, te envuelve por completo, te hace parte del juego, vives cada situación en carne propia, y esa, en mi opinión, es la magia de Spielberg, que con esta cinta nos recuerda de lo que es capáz: entregarnos una cinta que emociona tanto como conmueve, que mezcla lo nuevo con lo viejo, lo real con lo virtual, para escribir no sólo una carta de amor a los 80, sino a todo un mundo que ya no existe.

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