El aterrador villano de la famosa serie de Netflix no nació solo del guion: detrás de Vecna hubo un proceso de maquillaje tan extremo que empujó a Jamie Campbell Bower al límite físico y psicológico.
En su cuarta temporada, Stranger Things consolidó una nueva era para los efectos prácticos en el audiovisual. Mientras otros proyectos se inclinan por el CGI, la producción de Netflix apostó por el trabajo artesanal, retomando la tradición de criaturas construidas pieza por pieza. Y, como en muchas revoluciones silenciosas del género, detrás de esta decisión está un nombre clave: Barrie Gower, responsable de algunos de los maquillajes más memorables de la televisión contemporánea.
El legado de Gower incluye iconos como el Night King de Game of Thrones, los mutados y cadáveres de The Witcher y, sorprendentemente, las víctimas de radiación en Chernobyl. Precisamente este último trabajo captó la atención de los hermanos Matt y Ross Duffer, quienes buscaban una aproximación más íntima, humana y perturbadora para su nuevo villano. Querían un antagonista con forma humanoide, capaz de interactuar con los actores en el set y transmitir emociones complejas más allá de un monstruo generado por computadora.
Cómo nació Vecna: el brutal proceso de maquillaje que desgastó a Jamie Campbell Bower
Así llegó Gower a Stranger Things, enfrentándose al reto de materializar a Vecna: una criatura del Upside Down y, a la vez, un hombre corrompido por el propio tejido del universo alterno. Para los Duffer era fundamental que el terror proviniera del físico del personaje, no de un efecto digital. Por eso decidieron que Jamie Campbell Bower, quien interpreta a Henry Creel/One, fuera transformado diariamente en carne viva, venas expuestas y texturas orgánicas mediante prótesis aplicadas directamente sobre su piel.
La construcción de Vecna comenzó con un molde completo del cuerpo de Bower, desarrollado en el estudio de Gower en el Reino Unido. A partir de ese molde, el equipo dividió el diseño en aproximadamente 25 piezas individuales hechas en silicona y espuma de látex. Este “rompecabezas” permitía movimientos más fluidos, evitando el aspecto rígido de un traje cerrado, y garantizaba que cada sección encajara con precisión quirúrgica en el cuerpo del actor.
De humano a pesadilla viviente: la metamorfosis más extrema en ‘Stranger Things’
El proceso diario de transformación era, sin exagerar, extenuante. Las primeras sesiones alcanzaban entre siete y ocho horas de aplicación, desde la colocación del calvo y las prótesis principales hasta el sellado, la pintura y los detalles finales hechos con aerógrafo. El equipo afinó el método hasta reducirlo a poco más de seis horas, pero aun así constituía una jornada completa antes de que Bower siquiera pisara el set. Después del rodaje, otras dos horas eran necesarias para retirar cuidadosamente cada pieza sin dañar la piel del actor.
Bower recuerda que, al aceptar el papel, no sabía que estaría completamente cubierto de prótesis ni que su actuación dependería tanto de su voz, elemento que los Duffer valoraban profundamente. Su labor no solo consistía en soportar el peso físico del maquillaje, sino en habitar la corporalidad de Vecna: movimientos lentos, respiración pesada, un tono vocal grave y resonante que se convirtió en una de las señas más aterradoras del personaje.
La verosimilitud del maquillaje fue tan poderosa que incluso sus compañeros no podían ocultar su reacción. Millie Bobby Brown, al verlo caracterizado por primera vez, rompió en llanto de genuino terror y repulsión, incapaz de mirarlo directamente hasta que el actor le habló con su voz normal. Esa reacción espontánea es testimonio del impacto emocional que solo los efectos prácticos pueden generar cuando se ejecutan con maestría.