El hombre que defendió su rancho: la película basada en la historia real para ver en Prime Video
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Esta película mexicana revive el caso real de un dueño de rancho que enfrenta amenazas externas y un patriarcado en crisis. Un retrato intenso del norte de México dirigido por Alejandra Márquez Abella.

Antes de adentrarse en un drama rural marcado por la violencia y la fragilidad del poder, Alejandra Márquez Abella ya había demostrado un pulso firme para explorar estructuras sociales tensas. Su película de 2015, Semana Santa, examinaba la dinámica familiar desde una mirada íntima y contenida, mientras que Las niñas bien diseccionaba con precisión quirúrgica a la élite mexicana en plena crisis económica. Más tarde, su participación en Narcos: México reafirmó su habilidad para narrar entornos dominados por fuerzas opresivas.

Un rancho en el límite

Con El norte sobre el vacío, disponible en Prime Video, la cineasta lleva esas inquietudes a un territorio más árido, literal y simbólicamente. Situada en Tamaulipas, en un México atravesado por la violencia, la película toma como base un hecho real para narrar la historia de Reynaldo, un patriarca que ha heredado un rancho que venera como legado y destino. Entre la caza, la sequía y la presencia de grupos delictivos, la cinta construye un ambiente donde la supervivencia depende tanto del paisaje como de las relaciones de poder que lo habitan.

La figura de Reynaldo, interpretado por Gerardo Trejoluna, encarna un modelo masculino desgastado: un cazador célebre que ya no apunta con la misma precisión y un jefe de familia que confunde autoridad con posesión. Su relación con Rosa (la niñera, empleada doméstica y silenciosa guardiana del hogar) revela una estructura social donde las jerarquías parecen inamovibles. Sin embargo, Márquez Abella introduce fisuras desde el inicio, como cuando es Rosa, y no él, quien ejecuta el disparo certero en una jornada de cacería. Ese pequeño pacto de silencio anticipa un derrumbe mayor.

Rosa: la fuerza que emerge

Interpretada con una intensidad contenida por Paloma Petra, Rosa se convierte en el pilar emocional del relato. Su presencia callada, casi espectral, sostiene el equilibrio frágil del rancho. Ella observa, protege y actúa, incluso cuando su rol social parecería reducirla al margen. A través de Rosa, la directora cuestiona no solo el poder masculino, sino también las raíces de un sistema que utiliza la servidumbre como columna vertebral silenciosa. La película transforma a Rosa en una figura ambigua, capaz de incomodar, conmover y asumir un protagonismo inesperado.

Los ladrones que irrumpen repetidamente en el rancho funcionan como recordatorio brutal de un país donde la violencia es tan cotidiana como el calor que reseca la tierra. Más que enemigos externos, representan la fragilidad del orden que Reynaldo presume indestructible. Y frente a esta amenaza, la idea de heroísmo, aquella que el protagonista intenta preservar a toda costa, se revela obsoleta. Márquez Abella muestra cómo defender la tierra puede convertirse en un acto desesperado, casi ritual, cuyo sentido se desmorona ante la realidad contemporánea.

El filme explora el mito del patriarca fundador, el hombre que cree sostener un universo con su valentía y su rifle. Pero Reynaldo, pese a sus aspiraciones de grandeza, es un hombre superado por el tiempo y los acontecimientos. Su lucha por proteger su herencia adquiere un tono trágico y casi quijotesco. En esta construcción, el guion escrito junto a Gabriel Nuncio muestra cómo la tradición puede convertirse en prisión y cómo la masculinidad puede estallar bajo el peso de su propia leyenda.

El norte sobre el vacío confirma a Alejandra Márquez Abella como una de las voces más importantes del cine mexicano contemporáneo. Su lectura del poder, las tensiones familiares y la violencia estructural conecta con la realidad de un país en constante fractura. Más que un drama rural, la película es un retrato incómodo, lúcido y dolorosamente vigente sobre los mitos que sostienen a una sociedad que ya no puede ocultar sus grietas.

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