La próxima vez que la pongas, ten el control remoto a la mano. Pausa en el minuto 43:20, sonríe al ver este pequeño guiño a Pixar. Recuerda que la verdadera magia del cine está en los detalles que casi nadie nota.
Desde su estreno en Netflix, Klaus se ganó un lugar especial entre las películas navideñas que vale la pena revisitar cada diciembre. No fue solo por su animación extraordinaria o su historia emotiva, sino porque logró algo complicado: sentirse clásica desde el primer momento. De esas que ves una vez y sabes que volverás a disfrutarle de ella, sin pensarlo demasiado.
Hoy Klaus ya está en el mismo grupo sin problema con títulos que marcaron generaciones, como Mi pobre angelito, donde la Navidad es caos y risas, o El Grinch, que nos recordó que el espíritu navideño puede esconderse en los lugares menos esperados. Klaus juega en esa misma liga, pero con un tono más íntimo y visualmente hipnótico.
Una película que se disfruta y se explora
Como muchas grandes películas animadas, Klaus esconde pequeños guiños para quienes disfrutan pausar, regresar unos segundos y preguntarse si eso siempre estuvo ahí. Y justo en uno de esos momentos, alrededor del minuto 43:20, aparece un detalle que conecta esta cinta con toda una tradición secreta del mundo de la animación.
En ese momento específico de la película, si pones pausa con cuidado, se alcanza a ver un número grabado de forma discreta en uno de los objetos que Jesper y Klaus transportan: A113. No está resaltado y pasa completamente desapercibido si no sabes qué buscar. Pero para los fans de la animación, ese número es casi sagrado.
El famoso A113 es un guiño recurrente que aparece desde hace décadas en películas animadas. No es una coincidencia ni un simple número al azar. Es una referencia interna que los creadores colocan como homenaje a su origen y a quienes compartieron aulas, sueños y bocetos.
¿Qué es exactamente A113?
A113 es el número de un aula específica del California Institute of the Arts, mejor conocido como CalArts. En ese salón se formaron muchos de los animadores, directores y artistas que más tarde definirían el estilo de estudios como Disney y Pixar. Literalmente, fue un punto de partida creativo para toda una generación.
Con el tiempo, ese número se convirtió en una especie de firma secreta que aparece una y otra vez, escondido a plena vista en matrículas de autos, puertas, códigos de archivo, números de sala. A113 ha viajado por incontables películas y universos animados, conectándolos entre sí de una forma casi invisible.
Este tipo de easter eggs no cambia la historia ni altera la experiencia para el público general. Y justo ahí está su encanto. Son regalos pensados para los más curiosos y para quienes disfrutan descubrir capas ocultas en películas que ya aman.