Con su regreso, la serie reafirma algo que ya sabíamos: el trabajo moderno no solo consume tiempo. Consume identidad. Y Severance lo convierte en terror psicológico elegante, inteligente y profundamente perturbador.
A veces, las mejores historias nacen de ideas que suenan completamente descabelladas. En papel, algunas propuestas imposibles de vender pero justo por eso se quedan clavadas en la cabeza. La langosta de Yorgos Lanthimos, que convirtió las relaciones amorosas en una pesadilla burocrática. La franquicia de La purga hizo que el crimen se legalizara por una noche al año. Y El ciempiés humano llevó el horror corporal a un límite casi insoportable.
Todas comparten algo: parten de una idea extrema para hablar de problemas muy reales. Y en los últimos años, el trabajo se ha convertido en uno de los grandes temas del cine y la televisión. Jornadas interminables, "burnout", pérdida de identidad y esa sensación de vivir solo para producir. Por suerte, hay una serie en Apple TV+ que se pregunta qué pasaría si el trabajo no solo te quitara tiempo, energía y vida social, sino literalmente tu conciencia.
La pesadilla corporativa que nadie pidió
La serie es Severance, una producción creada por Dan Erickson y dirigida y producida por Ben Stiller. Desde su estreno, dejó claro que no era una serie más sobre oficinas: era una disección del mundo laboral moderno.
La historia sigue a Mark Scout, interpretado por Adam Scott, quien lidera un equipo en Industrias Lumon. Los empleados de esta empresa se han sometido voluntariamente a un procedimiento llamado "separación", que divide sus recuerdos en dos: una versión de ellos existe solo en el trabajo, y la otra solo fuera de él. Ninguna sabe nada de la otra.
Dos vidas, ninguna libertad
En teoría, el procedimiento suena conveniente. Tu versión laboral no sabe nada de tus problemas personales. Tu versión personal no recuerda ni un solo minuto de trabajo.
Pero la serie se encarga de mostrar rápidamente la trampa. Porque la versión que vive en la oficina no eligió nada. Despierta todos los días en el trabajo y, cuando sale del elevador, su existencia se apaga. No tiene recuerdos, no tiene pasado ni tiene futuro.
Lumon, el infierno corporativo
Industrias Lumon es uno de los escenarios más inquietantes de la televisión reciente. Oficinas blancas, pasillos interminables, silencio absoluto y reglas absurdas. Todo se ve limpio, ordenado, y "correcto", y justo por eso resulta tan perturbador.
La serie utiliza ese diseño minimalista para reforzar la idea de deshumanización. No hay ventanas reales, ni hay referencias al mundo exterior. El trabajo no es parte de la vida: es un universo cerrado que no te deja salir ni pensar.
Una sátira demasiado "real"
Aunque está envuelta en ciencia ficción, la serie funciona porque todo se siente posible. La separación es solo una metáfora extrema de algo que ya ocurre: dejar partes de ti mismo en el trabajo, fingir entusiasmo y borrar tu emociones para rendir mejor.
Severance no grita su mensaje: te obliga a preguntarte cuántas versiones de ti existen y cuántas están viviendo solo para producir. Y eso es lo "realmente perturbador".