Los actores de este western estaban tan enojados con su trabajo que renunciaron a la película
Jessica Campos
Jessica Campos
-Redactora
Algunas de mis películas favoritas son 'Birdman', 'Begginers' y 'L'âge atomique'. El cine de terror me da miedo, me gustan los comics, y mis géneros favoritos son la fantasía y la animación. Estudié Comunicación en la UNAM y algún día terminaré la carrera de Historia en la FFyL.

Esta película es el ejemplo perfecto de que a veces el éxito y la grandeza requieren de grandes sacrificios.

Un western estrenado en 1958 se ha consolidado como un clásico del género pero también como una de las películas más polémica en la historia del cine. Dirigida por el renombrado William Wyler y protagonizada por Gregory Peck, la película no solo destaca por su grandiosa narrativa y espectaculares paisajes, sino también por el drama que se vivió tras las cámaras. La filmación fue tan épica como la historia que cuenta, y no precisamente por las razones más felices.

Basada en la novela homónima de Donald Hamilton, la trama sigue a James McKay (interpretado por Gregory Peck), un hombre culto y sofisticado que se traslada desde la costa este al medio oeste para conocer a la familia de su prometida, Patricia Terrill (Carroll Baker). Lo que prometía ser un encuentro tranquilo, se convierte en un caos cuando McKay se ve arrastrado a las tensas disputas entre su futuro suegro y una familia rival que lucha por el control de las tierras aledañas.

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Detrás de este relato épico, el ambiente en el set de filmación estuvo lejos de ser armonioso. Wyler, conocido por su perfeccionismo extremo, no escatimó en exigir lo máximo de su equipo y elenco. Su método de dirección, que incluía numerosas tomas repetitivas y una atención al detalle casi obsesiva, llevó al límite la paciencia de muchos, incluyendo la de Gregory Peck. La relación entre ambos, que había sido cercana tras haber trabajado juntos en la aclamada La heredera (1949), se deterioró durante el rodaje de Horizontes de grandeza.

Peck, quien generalmente mantenía una actitud profesional y calmada, no pudo ocultar su frustración frente a las demandas implacables de Wyler. Las diferencias creativas entre el director y el actor se intensificaron a tal punto que la amistad que habían desarrollado en proyectos anteriores terminó en una ruptura. Los constantes desacuerdos y la presión del rodaje afectaron la dinámica en el set, lo que llevó a una atmósfera cargada de tensión que fue notoria para todos los involucrados.

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A pesar de estos desafíos, la película Horizontes de grandeza se convirtió en un hito en la historia del cine, celebrada tanto por su enfoque visual impresionante como por su profundo análisis de los códigos de honor y la justicia en el lejano oeste. Fue un éxito de taquilla y crítica, y aunque el proceso de creación estuvo plagado de conflictos, el resultado final es considerado uno de los mejores westerns jamás realizados.

Su legado sigue vivo y no solo por su calidad cinematográfica, sino también por ser un recordatorio de cómo la pasión y el perfeccionismo en el arte del cine pueden llevar a tensiones que trascienden la pantalla.

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