Antes de que Netflix dominara el mundo del streaming con fenómenos como Merlina o Stranger Things, la plataforma ya estaba ganándose la confianza de millones con historias llenas de intensidad, drama y acción. En esa etapa, donde Orange is the New Black marcaba la pauta y Black Mirror nos dejaba pensando en teorías de la conspiración durante días, apareció una serie que terminó conquistando a miles de usuarios: Vikingos.
Con seis temporadas y un total de 89 episodios llenos de violencia, traición, venganza y una buena dosis de historia nórdica, la serie se convirtió en un ícono para los amantes del género épico. Fue tal el impacto, que Netflix no tardó en capitalizar su éxito con Vikings: Valhalla, una secuela situada un siglo después de la original, y que también logró colarse entre las más vistas.
Pero entre escudos, espadas y batallas épicas, el elenco de Vikingos se convirtió en parte de la vida del público. Uno de ellos, a pesar de ser la cara más reconocible de la serie y tener en su currículum otros proyectos importantes, como la cinta Warcraft: El primer encuentro de dos mundos o Duna: La profecía, confesó algo que dejó boquiabiertos a sus seguidores: "Nunca quise ser actor, y sigo sin querer serlo".
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Se trata de Travis Fimmel, quien diera vida al inolvidable Ragnar. El intérprete de Vikingos dijo en una entrevista con GQ que su incursión en la actuación fue más un accidente que una meta de vida. "Simplemente salí y lo intenté. Tomé un curso. Nunca quise ser actor y todavía no quiero", dijo de forma directa. Más sorprendentemente aún fue el hecho de que el actor mencionó que si por él fuera, viviría tranquilo en su natal Australia, lejos de los reflectores.
Para Fimmel, hay una parte del trabajo actoral que le resulta particularmente insoportable: las audiciones. "Lo odio. Lo odio por completo. Es tan irreal. A algunos les gusta ponerse de pie y hablar delante de la gente. Yo no era de los que les gustaba leer en voz alta en clase", confesó. Así que sí, el mismísimo Ragnar entra en pánico cuando tiene que pararse frente a una sala llena de productores y directores.
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En otra charla con Esquire, Fimmel reveló que su corazón sigue estando en Australia. "Sí, prefiero quedarme en casa todo el tiempo. La gente tiene la misma mentalidad allí; todos crecimos igual", comentó sobre la propiedad en la que vive cerca de la pequeña localidad donde vivió con su familia. Aunque reconoce que para mantenerse activo en la industria debe vivir en Estados Unidos, no deja de añorar esa vida sencilla lejos del bullicio de Hollywood.