Netflix: 134 minutos de adrenalina y tensión en este thriller de acción japonés que amenaza con conquistar México
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Trenes, velocidad y peligro: tres ingredientes que dan forma a la nueva propuesta de Netflix para convertirse en la sensación del momento.

Los trenes han sido, desde hace décadas, escenarios perfectos para el suspenso cinematográfico. Su estructura cerrada, la velocidad y la imposibilidad de escapar convierten a cualquier viaje en una experiencia potencialmente explosiva. Ejemplos memorables como Runaway Train con Jon Voight o Snowpiercer con Chris Evans han aprovechado este recurso narrativo con maestría. Incluso la frenética Speed, protagonizada por Keanu Reeves, nació de una confusión relacionada con una historia de trenes.

Ese malentendido llevó al guionista Graham Yost a concebir la trama de un autobús con bomba inspirada —sin saberlo— en la película japonesa The Bullet Train, estrenada en 1975. Y ahora, medio siglo después, Japón ha decidido retomar su propia historia con una nueva versión: Pánico en el tren bala, un thriller que ya está disponible en Netflix y que ha comenzado a llamar la atención del público.

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‘Pánico en el tren bala’: El nuevo y explosivo thriller japonés en Netflix

Dirigida por Shinji Higuchi (responsable de Shin Godzilla), esta cinta reimagina el concepto original para una nueva generación. En ella, un moderno Shinkansen rumbo a Tokio descubre que explotará si reduce su velocidad por debajo de los 100 kilómetros por hora. A partir de ahí, comienza una carrera contrarreloj donde la tensión, la acción y la adrenalina no dan respiro. Lo que en el filme original era una reflexión social, aquí se convierte en un espectáculo visual repleto de adrenalina.

A diferencia de la versión de 1975, que exploraba en profundidad las motivaciones de sus villanos (tres hombres marcados por la injusticia social), la nueva entrega se centra más en la acción y en los personajes atrapados dentro del tren. Los antagonistas permanecen en las sombras durante buena parte del metraje, y cuando se revelan, sus razones resultan más personales que políticas, alejándose del enfoque crítico del filme original.

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Esto no significa que Pánico en el tren bala sea superficial. Por el contrario, su fortaleza radica en los personajes que luchan por sobrevivir dentro del tren, desde la tripulación comprometida hasta pasajeros que, sin esperarlo, se convierten en héroes improvisados. Además, el filme hace uso de trenes reales gracias al apoyo de Japan Railways, algo impensable en los años 70, cuando los realizadores debían recurrir a cámaras ocultas para obtener referencias visuales.

Visualmente, la película deslumbra. Desde los planos explícitos del tren deslizándose por las vías, hasta secuencias de acción que mezclan acrobacias, explosiones y efectos prácticos, el filme se entrega por completo al espectáculo. Hay momentos donde la historia se torna ligeramente absurda, en el buen sentido, pero siempre con un tono autoconsciente que suma en lugar de restar.

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