Robert Pattinson no necesita mucha presentación. Basta con mencionar su nombre para que medio internet recuerde a Edward Cullen, el vampiro con complejo existencialista y peinado perfecto que protagonizó la saga Crepúsculo y convirtió a los chupa sangre en tendencia entre los adolescentes de todo el mundo. Pero su camino hacia la cima no empezó ahí. Antes de las miradas intensas en Forks y los triángulos amorosos con hombres lobo, Pattinson ya había llamado la atención del público como el valiente Cedric Diggory en Harry Potter y el Cáliz de Fuego.
Sin embargo, lo que pocos saben es que mucho antes de que su rostro fuera el sueño de miles de jóvenes alrededor del planeta Tierra, el actor británico estuvo a punto de formar parte de una de las películas más aclamadas de los años 2000. Esta cinta no sólo se volvió un hito cinematográfico, sino que también le valió un Premio Oscar al actor protagonista y consolidó al director como uno de los grandes de su generación.
Robert Pattinson tuvo una desafortunada audición para Petróleo sangriento (There Will Be Blood), la obra maestra de Paul Thomas Anderson, estrenada en 2007 y protagonizada por Daniel Day-Lewis. En una reciente entrevista, Pattinson confesó que audicionó para un papel en esa cinta y que salió furioso del casting. "Salí enojado de la audición", recordó el actor de The Batman sobre su intento de formar parte de la película.
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Al parecer, su oportunidad de obtener un rol en la aclamada cinta fue una de esas experiencias que marcan a cualquier actor joven. No por el rechazo en sí, sino por lo desconcertante que fue el proceso. Según explicó, no entendía bien qué debía hacer en la prueba, y al no recibir muchas indicaciones, terminó dando una actuación que él mismo describió como "muy mala".
Sobre el papel que a interpretar Pattinson, no se ha confirmado con exactitud, pero todo apunta a que era para el personaje de Paul Sunday, el joven que aparece al inicio de la película interpretado por Paul Dano. Y, aunque nunca fue parte de Petróleo sangriento, la anécdota de su audición frustrada sirve como recordatorio de que incluso los actores más exitosos tienen tropiezos.
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Pero lejos de frustrarse, Pattinson utilizó esa experiencia como una especie de empujón emocional. Poco después llegarían sus grandes oportunidades, primero con Harry Potter, y luego con Crepúsculo. Unos años más adelante adelante, Pattinson realizaría una serie de elecciones actorales que lo alejarían del estereotipo de ídolo juvenil para convertirlo en uno de los intérpretes más interesantes de su generación.