En medio del enorme catálogo de producciones originales que Netflix lanza año tras año, algunas películas logran destacar no por campañas publicitarias descomunales, sino por el impacto que causan en los espectadores. Tal es el caso de Cangrejo negro, un thriller sueco de 2022 que, sin hacer demasiado ruido, destaca por su tono sombrío, su premisa arriesgada y su contundente mensaje.
Dirigida por Adam Berg y basada en la novela Svart Krabba de Jerker Virdborg, Cangrejo negro es un relato de supervivencia ambientado en un mundo devastado por la guerra. La historia se centra en Caroline Edh, interpretada con intensidad por Noomi Rapace, una soldado endurecida por la pérdida que acepta una peligrosa misión con la promesa de reencontrarse con su hija desaparecida. El resultado es una experiencia cinematográfica tensa, impredecible y profundamente emocional.
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Noomi Rapace brilla en un thriller de guerra tan humano como brutal
La premisa del filme es, a primera vista, inusual: un grupo de soldados debe cruzar un archipiélago congelado, patinando sobre hielo en territorio enemigo, para entregar unas cápsulas misteriosas que podrían cambiar el rumbo de la guerra. Aunque esto podría sonar inverosímil, Berg transforma esa idea en un potente drama bélico cargado de tensión y desesperanza. La narrativa se apoya más en el precio humano de la guerra y en los dilemas éticos que enfrentan los personajes, que en grandes explosiones o efectos visuales.
A lo largo del viaje, Caroline y su equipo enfrentan una serie de amenazas: el hielo inestable, helicópteros enemigos, emboscadas, traiciones y la incertidumbre constante sobre a quién pueden realmente confiar. Cada integrante del grupo carga con su propio pasado y sus motivaciones ocultas, y conforme avanzan, las bajas en el equipo alteran la dinámica interna, revelando conflictos, alianzas rotas y decisiones difíciles que marcan el destino del grupo.
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Más allá de su envoltura de acción y guerra, Cangrejo negro es también una historia sobre el engaño y la pérdida. Caroline, movida por la esperanza de reencontrarse con su hija Vanja, descubre una red de mentiras y manipulaciones que la obligan no solo a ver el conflicto con otros ojos, sino también a cuestionar su labor, enfrentarse a la verdad y evitar que su esfuerzo sea usado con fines oscuros.
El desenlace, cargado de simbolismo y dolor, resulta fascinante por su ambigüedad, ya que puede interpretarse como una alucinación final o como un reencuentro espiritual. Sea cual sea la lectura, el cierre no deja indiferente: cuestiona el poder, la obediencia ciega y la deshumanización del conflicto armado. La película, con una dirección sobria, una estética fría y una interpretación sobrecogedora de Noomi Rapace, no necesita explicar el contexto político del conflicto porque logra hablar sobre todas las guerras.