Hay instantes en la vida que marcan para siempre. Momentos que tal vez al principio parecen insignificantes, pero que terminan dándole dirección a todo lo que viene después. En el caso de Ben Affleck, uno de esos momentos se dio cuando aún era un joven actor que buscaba hacerse un lugar en Hollywood. Junto a su mejor amigo, Matt Damon, escribió y protagonizó una historia que cambió su destino: Mente indomable. La cinta que no sólo los catapultó a la fama, sino que también los llevó a compartir pantalla con una de las leyendas más queridas del cine: Robin Williams.
Ese rodaje se convirtió en un recuerdo imborrable para Affleck. Fue durante 1997, cuando él apenas pasaba de los 20 años y de pronto se encontró frente a frente con un intérprete que lo intimidaba y lo inspiraba al mismo tiempo. La experiencia fue mágica pero también dejó un sabor agridulce. Con el paso del tiempo, Affleck se dio cuenta de que había algo que no podía dejar de lamentar: el no haber tenido la oportunidad de conocer a Robin mucho antes.
LOS DÍAS AL LADO DE ROBIN WILLIAMS: LA EXPERIENCIA DE VIDA DE BEN AFFLECK.
Fue en una una entrevista con el canal de YouTube "Jake's Takes" que el actor de 53 años no paró de elogiar cuando la conversación giró en torno a la estrella de Jumanji. "Ojalá lo hubiera conocido de toda la vida. No tuve esa oportunidad de niño, pero cuando lo conocí, era muy joven: tenía 24 años", confesó el actor de El contador con sinceridad respecto a la admiración y respeto a Williams. "Me impresionó muchísimo, y pensé: 'Voy a dedicar mi vida a seguir su ejemplo'", contó sobre su aprendizaje.
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Mente indomable fue un punto de quiebre para todos los involucrados. La película ganó dos premios Oscar, uno de ellos para Robin Williams como Mejor Actor de Reparto. Su interpretación del terapeuta Sean Maguire todavía se recuerda como una de las más humanas, cálidas y entrañables de su carrera. Affleck y Damon, por su parte, se llevaron la estatuilla al Mejor Guion Original, un logro que parecía impensable para dos jóvenes de Boston que apenas comenzaban.
Pero más allá de los premios, lo que quedó en Affleck fue la enseñanza de un hombre que nunca dejó de ser generoso. Robin Williams no sólo era un actor brillante, también era alguien capaz de hacer sentir cómodos a los demás, de darle la mano a quien lo necesitara y de transformar cualquier set de filmación en un espacio de complicidad. Affleck lo notó desde el primer día, y es una de las razones por las que le hubiera encantado tenerlo en su vida mucho más tiempo.
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Lo interesante es que, pese a la diferencia de edad, hubo una conexión inmediata entre ambos. Robin se convirtió en una especie de guía silencioso, alguien que con su manera de ser transmitía lecciones que iban más allá de la actuación. Para un Affleck joven, todavía lleno de inseguridades y dudas, fue un ejemplo que lo acompañó en los años siguientes. Y es precisamente ese recuerdo el que lo hace reflexionar sobre lo rápido, pero importante, que fue esa etapa.