Nadie podrá negar jamás que el nombre de Sylvester Stallone es sinónimo de acción. Desde que levantó el puño allá por en los 70 con Rocky, hasta que empuñó un rifle como un veterano de guerra en Rambo, su carrera ha estado marcada por explosiones, peleas a muerte y héroes que no se rinden jamás, sin importar lo que pase. Con los años, su estilo no ha cambiado demasiado, y Sly sigue siendo el tipo duro que enfrenta enemigos despiadados, y aunque ya han pasado años desde que dio sus primeros golpes en el ring, todavía tiene esa mirada que impone respeto.
Lo interesante es que, en la era del streaming, con tantos estrenos llegando día con día, las películas de Stallone siguen vigentes y cada vez encuentran nuevas audiencias. En esta ocasión, no hablamos de sus clásicos ochenteros, sino de una entrega mucho más reciente que, desde su estreno, fue catalogada como una de las más brutales de toda su filmografía. Lo más curioso es que esta cinta se desarrolla en territorio mexicano, y por supuesto, Sylvester no tiene miedo de mostrar violencia extrema y venganza sangrienta de un héroe que fue puesto al límite.
El regreso de una leyenda
Fue en 2019, en Rambo: La última misión, o simplemente Rambo 5, que Stallone se metió en la piel del veterano de guerra más famoso del cine. La película llegó con una propuesta clara: darle un cierre a la historia de John Rambo, el personaje que nació 1982 y que se convirtió en un ícono del cine de acción.
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En esta quinta entrega, un Rambo más maduro vive tranquilo en su rancho de Arizona, intentando dejar atrás las cicatrices de la guerra. Pero todo se complica cuando Gabrielle, la joven a la que Rambo considera como una hija, desaparece en México después de buscar a su padre biológico. Tras el incidente, el veterano no duda en cruzar la frontera, y lo que encuentra es un escenario de pesadilla: una red de trata de personas controlada por un cártel despiadado.
Más que violencia, un baño de sangre
La saga de Rambo siempre fue violenta, pero La última misión lleva las cosas a un nivel más alto. Las escenas no sólo son peleas cuerpo a cuerpo o disparos a distancia, sino un despliegue gráfico de crueldad pura. ¿Cómo? Rambo desata una serie de trampas en su rancho que parecen sacadas de una película de terror, y el resultado es un espectáculo tan brutal como imposible de olvidar.
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La violencia en esta entrega fue duramente criticada en su momento, pero también aplaudida por quienes buscaban un cierre sin concesiones para el personaje. Stallone no suaviza nada: muestra el lado más oscuro de la venganza y convierte a Rambo en una máquina de aniquilar. Y sobre la decisión de ambientar gran parte de la trama en México, esta no fue casualidad. La historia juega con la cercanía de la frontera y con un tema delicado: el tráfico de personas.
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A diferencia de las entregas anteriores, aquí vemos a un Rambo más humano y más cansado. Ya no es el joven soldado de los ochenta ni el guerrero incansable de los noventa. En La última misión, el personaje enfrenta su batalla más personal y emocional. Gabrielle es lo más cercano que tiene a una familia, y eso hace que su misión sea todavía más desesperada.