Cuando hablamos de Brad Pitt, siempre pensamos en el galán de Hollywood que conquista alfombras rojas, protagoniza blockbusters como Tren bala y El club de la pelea, y hasta se roba cámara aunque no sea ni su intención ni se lo proponga. Pero antes de convertirse en ícono mundial y en un ganador del Oscar por El juego de la fortuna, Pitt tuvo un momento clave en su carrera que hoy sigue dando de qué hablar. Lo curioso es que, en esa etapa temprana, más de un espectador juraba estar viendo al mismísimo Robert Redford en pantalla.
Y no es una exageración. El parecido era tan evidente que la gente no podía evitar compararlos de inmediato. Con los mismos rasgos, la mirada profunda de un chico travieso, y un carisma que llenaba la pantalla aunque apenas estaba arrancando en su trayectoria, fueron algunos de los aspectos que hicieron rememorar en su momento a la leyenda de Hollywood. La película en cuestión que ocasionó las comparaciones está disponible en Prime Video, y hoy es prueba de que Pitt es el heredero perfecto de uno de los íconos del séptimo arte.
Un retrato de juventud y naturaleza
La cinta en cuestión es El río de la vida, dirigida nada menos que por el propio Redford. La película, estrenada en 1993, recibió elogios de la crítica y de los espectadores, y de hecho, en el sitio especializado de AlloCiné le otorgaron una impresionante puntuación promedio de 4 sobre 5. Más allá de ser un drama familiar cargado de poesía visual, la película es prácticamente un altar a la figura de un joven Brad Pitt, que consiguió aquí su primer papel protagónico tras robar cámara en Thelma & Louise. Desde entonces quedaba claro: había nacido una estrella.
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La historia está basada en un relato semiautobiográfico de Norman Maclean. La historia sigue a dos hermanos, Norman y Paul, criados bajo la estricta disciplina presbiteriana y la pasión por la pesca con mosca en el Montana de principios del siglo XX. Ese contraste entre religión y libertad, entre lo rígido y lo salvaje, marca su manera de ver el mundo y, por supuesto, sus destinos.
Lo fascinante es cómo Redford, en su faceta de director, logró capturar la majestuosidad de los paisajes estadounidenses, al mismo tiempo que retrató las tensiones familiares con una sutileza conmovedora. No es casualidad que la película se llevara el Oscar a Mejor Fotografía gracias al trabajo de Philippe Rousselot, ya que cada plano parece un cuadro que podrías colgar en tu casa.
Brad Pitt, un Redford en potencia
Lo que más sorprende al ver El río de la vida en la actualidad, es que Pitt no solo se roba la película por su frescura, sino porque parece una versión rejuvenecida de Robert Redford. El cabello rubio despeinado, una sonrisa encantadora y esa mezcla de rebeldía con ternura que hacía imposible no fijarse en él. Hasta el más distraído podía confundirlos.
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De hecho, muchos críticos y fanáticos coincidieron en que Pitt era el "sucesor natural" de Redford. Pero lo más curioso de todo es que años más tarde ambos compartirían créditos en Spy Game, donde la conexión maestro-discípulo se haría aún más evidente. Hoy, tras el triste deceso de Redford, El río de la vida es una gran forma de hacerle un homenaje.