Hay directores que se conforman con que una escena salga bien y luego está el otro tipo: los que no descansan hasta que todo. Hollywood tiene varios nombres en esa categoría: Stanley Kubrick, Christopher Nolan, James Cameron y más famosos han llevado su meticulosidad al extremo.
Pero hay uno que sin gritar y sin grandes desplantes ha construido una reputación legendaria por su perfeccionismo casi inhumano. Este cineasta, literalmente, fue capaz de mover árboles con helicópteros solo para que su película fuera exactamente como él la imaginaba. Ese director es David Fincher y la película es Zodiaco.
La escena que se volvió una obsesión
Durante el rodaje de uno de los thrillers más aclamados de la cinta, Fincher decidió filmar una de las secuencias más inquietantes de la cinta, el asesinato en el lago Berryessa, en el lugar exacto donde ocurrió el crimen real en 1969. El problema era que, con el paso de los años, el paisaje había cambiado: los árboles ya no estaban, la vegetación era distinta y el entorno no se parecía al que mostraban las fotografías policiales de la época.
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Pero eso no fue un obstáculo para Fincher, sino todo lo contrario: un reto. Así que, en lugar de adaptar el guion o buscar otro sitio similar, ordenó transportar árboles reales en helicóptero para replantarlos temporalmente y así poder replicar con absoluta precisión el escenario del crimen.
El nivel Fincher de perfección
Este tipo de decisiones han definido la carrera de Fincher. El director de Seven, El club de la pelea y La red social es famoso por su obsesión con el detalle, su control absoluto del encuadre y su búsqueda incesante de realismo. Quienes han estado a su lado lo han descrito como un perfeccionista metódico que plasma todo aquello que está en su cabeza.
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Jake Gyllenhaal, quien protagonizó Zodiaco, llegó a contar que Fincher podía pedir hasta 70 tomas de una misma escena. Y aunque pueda parecer excesivo, esa rigurosidad es lo que hace que sus películas se sientan tan precisas, tan hipnóticas. Fincher no sólo dirige: disecciona cada plano hasta convertirlo en una experiencia.
La recreación del horror
La secuencia del lago Berryessa en Zodiaco es uno de los momentos más inquietantes del cine moderno. Gracias a la decisión de Fincher de recrear el entorno con exactitud, la escena tiene un realismo incómodo, casi documental, que la hace todavía más perturbadora.
La recreación fue tan precisa que, según testigos locales, el lugar lucía idéntico al de 1969. Los árboles, la posición de las rocas, el ángulo de la luz… todo estaba donde debía. Y aunque la mayoría de los espectadores nunca supo del esfuerzo detrás, Fincher consiguió lo que buscaba: capturar la sensación exacta del miedo real.