A veces el cine de acción se siente como un truco repetido: persecuciones, explosiones, el héroe que nunca sangra. Pero de vez en cuando llega una película que rompe todos esos moldes, una que te sacude, te incomoda y te deja sin aliento. Si creías que ya lo habías visto todo con John Wick, The Raid o Misión de rescate, esta cinta de origen indonesio llega para recordarte que la acción también puede doler, literalmente.
Porque aquí no hay efectos exagerados ni héroes que salen limpios después de una pelea. Cada golpe suena real, cada hueso que se rompe se siente, y cada escena parece filmada con la adrenalina al límite. Así de intensa es esta joya de Netflix que se ha ganado el título del thriller más sangriento y despiadado del cine asiático moderno.
Una historia de redención bañada en sangre
Dirigida por el indonesio Timo Tjahjanto, La noche nos persigue nos presenta a Ito, un asesino de élite que pertenece a una organización criminal conocida como "Los Seis Mares". Después de ejecutar una misión sangrienta, algo en su interior se rompe: cuando tiene la oportunidad de eliminar a una niña testigo de la masacre, decide salvarla.
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Ese pequeño acto de compasión desata un infierno. El grupo lo declara traidor y envía a sus antiguos compañeros a cazarlo. A partir de ahí, lo que sigue es una odisea de supervivencia, una serie de enfrentamientos tan salvajes que hacen que John Wick parezca una comedia ligera.
Joe Taslim e Iko Uwais: la pelea del siglo
En el centro de todo están Joe Taslim (Mortal Kombat y Rápidos y Furiosos 6) e Iko Uwais, el héroe de The Raid. Dos titanes del cine de acción asiático que transforman cada escena en una lección de técnica y entrega.
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Su enfrentamiento final es sencillamente legendario: una batalla que dura casi diez minutos, sin dobles, sin pausas, sin misericordia. El tipo de secuencia que te deja mudo, preguntándote cómo algo tan brutal puede ser tan hipnótico.
Más que violencia: humanidad entre el caos
A pesar de su intensidad, La noche nos persigue no es una película vacía. Debajo de los golpes y la sangre hay una historia profundamente humana sobre redención, culpa y sacrificio.
Ito no lucha por venganza ni poder: lucha por su alma. Es ese contraste, entre la brutalidad exterior y la fragilidad interior, lo que la eleva por encima de la mayoría de las cintas de acción contemporáneas. Y es también lo que ha convertido a Tjahjanto en uno de los directores más respetados del género.