Hay películas que se sienten eternas y no en el buen sentido. Y luego están esas joyas como Avatar, El padrino II y La lista de Schindler, aunque duren más de tres horas, se te van como agua porque cada escena importa, cada personaje engancha y cada momento te deja pegado al asiento. Son esas cintas que, cuando las ves por primera vez, entiendes por qué han marcado generaciones.
Y lo mejor es que no siempre son estrenos recientes. A veces, la magia está en volver a historias que ya creíamos conocer, pero que siguen impresionando por su ambición, su corazón y su escala descomunal. Hay clásicos modernos que simplemente no envejecen, sino al contrario: parecen más grandes, más épicos y más emocionantes. De hecho, hay una película de fantasía que encaja perfecto en esa descripción.
Una obra que sigue siendo referencia absoluta en cine épico
En una época donde las superproducciones llegan una tras otra, no todas logran quedarse en la memoria colectiva. Pero esta película sí. ¿La razón? Tiene una mezcla de personajes memorables, acción equilibrada, paisajes que te dejan sin aliento y logros técnicos que siguen siendo impecables, que la han convertido en una de las favoritas de crítica y público. Hablamos de El Señor de los Anillos: Las dos torres.
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Las dos torres tomó la base que dejó La comunidad del anillo y la amplificó en absolutamente cada aspecto. La historia se vuelve más oscura, la tensión sube, nuevos personajes entran en escena y la Tierra Media se expande de una forma tan natural que parece que siempre estuvo ahí, esperando a ser explorada.
La crítica suele describirla como "la entrega más entretenida" de la trilogía por una razón muy simple: todo funciona al mismo tiempo. Mientras Frodo y Sam viajan al corazón del peligro, Aragorn, Legolas y Gimli se adentran en una trama llena de política, traiciones y batallas que definen el destino de todo un pueblo. Cada línea argumental tiene peso, emoción y ritmo.
La Batalla del Abismo de Helm: un antes y después en el cine
Si hay una secuencia que por sí sola justifica las tres horas, es la Batalla del Abismo de Helm. No importa cuántas veces la hayas visto: siempre sorprende. Oscura, intensa y desesperada, llena de lluvia, acero, gritos de guerra y momentos que se te quedan pegados en la memoria.
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Fue innovadora en su época y lo sigue siendo hoy. Peter Jackson logró mezclar efectos visuales, maquillaje, diseño sonoro, coreografía de combate y emoción pura de una manera que pocas películas han alcanzado desde entonces. Incluso directores contemporáneos siguen citándola como una de las mejores batallas jamás filmadas.
No todo son peleas, eso sí. La película también brilla en lo más íntimo. Las dudas de Frodo, la lealtad de Sam, la recuperación del valor de Théoden, crecimiento de Merry y Pippin, y más. Cada trama avanza con fuerza y nunca se siente como "relleno". Todo lo que sucede aquí prepara el camino para El retorno del rey, pero de una manera tan entretenida que nunca se siente como transición.