En Dragon Ball y Dragon Ball Z, hay muchas cosas que los fans ya aceptaron: monos gigantes que destruyen ciudades, niños que vuelan en nubes y villanos que pueden borrar planetas con un dedo. Pero incluso entre tanta locura maravillosa, hay un lugar que siempre nos ha hecho cuestionar un poco lo que sabemos del espacio, el tiempo y la cordura humana.
En Dragon Ball Z se revela que existe un espacio tan extremo que ni los Saiyajin, con toda su fuerza y orgullo, pueden entrar sin sentir que se están jugando la vida. Es un sitio del que siempre se habla con respeto, con un poco de miedo, e incluso con dudas sobre si es realmente es una pesadilla disfrazada de entrenamiento: la Cámara Hiperbólica del Tiempo, que se encuentra en la Sala del Alma y el Tiempo.
Así funciona el cuarto imposible de Kami
La premisa es sencilla de explicar, pero difícil de imaginar. Dentro de la Cámara, el tiempo transcurre de manera completamente distinta al mundo exterior. Un solo día fuera equivale a un año completo adentro. Quien se atreve a entrar puede entrenar durante meses o incluso más, mientras afuera apenas pasaron unas horas.
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A esta distorsión temporal se suma una gravedad mucho más fuerte que la terrestre, un aire espeso y pesado, y temperaturas que cambian sin aviso. Para terminar de elevar el nivel de sufrimiento, la Cámara es prácticamente un vacío blanco y silencioso, un espacio interminable donde la soledad pesa tanto como la gravedad misma. Prácticamente, es un gimnasio extremo mezclado con un experimento psicológico.
El entrenamiento que cambió la saga de Cell
La Cámara brilló especialmente en la saga de Cell, cuando Goku tomó la decisión de llevar a sus amigos al límite para poder enfrentar al bioandroide perfecto. Goku y Gohan pasaron un año dentro de la Sala, un periodo que marcó un antes y un después en la historia de ambos. Fue ahí donde Gohan comprendió lo que significaba vivir como Super Saiyajin sin perder la calma, algo que, en su momento, ni Goku ni Vegeta habían logrado dominar.
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Vegeta, por supuesto, no podía quedarse atrás. En un acto muy propio de él, decidió convertir la Cámara en su campo personal de guerra emocional, empujando su cuerpo y mente al máximo mientras reforzaba ese orgullo que lo define. Su paso por la Sala dejó claro que para él entrenar no es solo ganar fuerza: es reafirmarse como guerrero.
El regreso en la saga de Majin Buu y el costo emocional
Cuando la Cámara reaparece en la saga de Majin Buu, lo hace acompañada de una advertencia: usarla continuamente tiene consecuencias. Vegeta ingresa con Trunks y, en un exceso de poder y frustración, terminan dañando la entrada, lo que casi los deja atrapados para siempre. Eso es parte del peligro oculto de este lugar: no solo es físicamente agotador, sino también es mentalmente devastador.
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El silencio, el vacío y la falta absoluta de estímulos pueden destrozar a cualquiera. Por eso no sorprende que estar demasiado tiempo ahí pueda romper la mente de una persona común, o incluso la de un Saiyajin.
Desde un punto de vista científico, la Cámara no tiene sentido. No existe una explicación lógica para un espacio infinito dentro de un edificio, ni para un flujo temporal alterado, ni para esos cambios extremos de gravedad y clima. Pero Toriyama nunca pretendió hacerlo realista. Su objetivo era narrativo: crear un lugar donde los personajes pudieran mejorar rápidamente sin tener que mostrar meses de entrenamiento en pantalla.