Hablar de cine de finales de los 90 es, inevitablemente, hablar de Matrix. No solo fue un éxito gigantesco en taquilla: fue un golpe directo a la mente de los espectadores. Las hermanas Lana y Lilly Wachowski hicieron que millones de personas salieran del cine cuestionándose todo: la realidad, la identidad, el sistema y la libertad. De pronto, las películas ya no solo querían adrenalina sino filosofía envuelta en trajes de negro y escenas en cámara lenta.
Pero hay un detalle que muchos pasan por alto: Matrix no nació así del vacío. La cinta que definió la ciencia ficción o apareció de la nada. En realidad, ya había una película que había jugado con las mismas ideas, con una atmósfera igual de inquietante y una historia que parecía un rompecabezas imposible. Sin embargo, a diferencia de Matrix, casi nadie la vio en su momento.
Un despertar que no debería ocurrir
En 1998, un año antes que Matrix, llegó Ciudad de tinieblas a la gran pantalla. La historia arranca de forma tan desconcertante como fascinante. John Murdoch despierta solo, en una habitación de hotel que no reconoce. No sabe cómo llegó ahí y no recuerda quién es. Y para empeorar las cosas, hay un cadáver en el cuarto. A partir de ese momento, todo se vuelve una pesadilla.
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Un misterioso hombre que se presenta como el doctor Daniel Schreber lo llama por teléfono y le da una advertencia tan críptica como urgente: debe escapar de inmediato si no quiere ser atrapado por un grupo que lleva tiempo persiguiéndolo. Mientras intenta reconstruir su identidad, descubre que tiene una esposa llamada Emma, aunque para él es prácticamente una desconocida.
Al mismo tiempo, la policía lo busca y lo acusa de una serie de asesinatos. Testigos lo señalan y las pruebas parecen claras. Todo apunta a que él es el culpable, aunque su mente diga lo contrario.
Una ciudad que no obedece las reglas
Conforme avanza la historia, John se da cuenta de que su mundo no funciona como debería. La ciudad parece cambiar mientras la gente duerme, las calles se reconfiguran, los edificios se mueven y el tiempo se comporta de manera extraña. Nada es estable y nada es seguro.
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Su única opción es encontrar al doctor Schreber y entender qué demonios está pasando. También necesita llegar hasta Emma, quien parece saber mucho más de lo que aparenta. Cada respuesta abre nuevas preguntas y cada pista vuelve la situación más perturbadora.
El ADN de 'Matrix' está aquí
Las similitudes con Matrix son imposibles de ignorar. Un protagonista confundido y acusado de crímenes que no recuerda. Una realidad artificial manipulada por fuerzas ocultas. La idea de que la identidad puede ser implantada, modificada o borrada. E incluso la estética nocturna, opresiva y llena de sombras parece sacada del mismo molde.
De hecho, las hermanas Wachowski han reconocido la influencia de Ciudad de tinieblas. Y no solo a nivel temático. Algunas escenas son tan parecidas que, cuando ves ambas películas seguidas, la conexión se vuelve evidente. No es copia, sino herencia.
Con los años, Ciudad de tinieblas se transformó en una cinta de culto. Hoy se le reconoce como una de las obras de ciencia ficción más audaces de los 90, capaz de competir en ideas con cualquier blockbuster moderno.