Si extrañas el cine de acción de los 90, rescata este thriller escrito por el creador de 'Arma Mortal'
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Esta cinta de acción es ideal para una noche de sofá, palomitas y cero pretensiones. De esas películas que terminas y piensas: "Así se hacían antes".

Hubo un tiempo en el que el cine de acción se sentía casi palpable, sin pantallas verdes por todos lados. En los 90, las películas se sostenían con explosiones reales, persecuciones filmadas en calles de verdad y protagonistas que sabían correr, disparar y soltar una frase ingeniosa. Misión imposible convirtió el espionaje en espectáculo puro, El vengador del futuro mezcló la ciencia ficción con violencia desbordada, y Terminator 2: El juicio final, todavía es insuperable Estas películas que no pedían permiso: iban directo al grano y listo.

Más allá de la acción, lo que hacía especial a ese cine era su actitud. Los personajes eran exagerados y eso los hacía memorables. Ese espíritu se fue diluyendo con el tiempo, pero en los 90 estaba en todas partes, en películas que quizá no tuvieron el reconocimiento inmediato, pero que entendían perfectamente las reglas del juego. Y precisamente ahí, escondida entre gigantes, hay una cinta que merece volver a la conversación.

Terminator 2: El juicio final
Terminator 2: El juicio final
Fecha de estreno 3 de julio de 1991 | 2h 17min
Dirigida por James Cameron
Con Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton, Edward Furlong
Medios
4,0
Usuarios
3,4
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Una vida tranquila que esconde algo más

Esa película es El largo beso del adiós, escrita por Shane Black, el mismo nombre detrás del guion de Arma Mortal. Desde el inicio deja claro que no es una historia convencional. Todo arranca en calma con la protagonista, Samantha Caine, quien parece llevar una vida normal, casi aburrida, como maestra y madre en un pequeño pueblo.

Salon

El detalle inquietante es que no recuerda nada de su pasado anterior a ocho años atrás, cuando apareció misteriosamente en una playa. Esa aparente normalidad comienza a quebrarse tras un accidente y una violenta invasión a su hogar. Pronto, experimenta recuerdos sueltos, reflejos demasiado precisos y reacciones que no cuadran. Y cuando las piezas empiezan a unirse, la verdad resulta tan peligrosa como espectacular.

De ama de casa a arma letal

Samantha descubre que, antes de esa vida tranquila, fue una asesina de la CIA entrenada para matar sin dudar. La película se divierte mostrando ese choque entre la rutina doméstica y las habilidades mortales que despiertan poco a poco, como si nunca se hubieran ido del todo.

The Guardian

A su lado aparece un investigador privado irónico y encantador, interpretado por Samuel L. Jackson, quien funciona como el equilibrio perfecto. Juntos forman una dupla con química real, de esas que ya casi no se ven, donde el humor surge de la situación y no de chistes forzados.

Acción clara, directa y sin miedo

Aquí no hay intención de reinventar nada. El largo beso del adiós apuesta por secuencias de persecuciones, explosiones, tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo que se sienten reales. Y sí, hay exageración pero es una exageración consciente, juguetona y muy propia de los 90. La película sabe cuándo subir el nivel y cuándo soltar una frase sarcástica para aliviar la tensión.

Si últimamente sientes que el cine de acción ya no te provoca lo mismo, esta película es un excelente recordatorio de por qué el género nos atrapó en primer lugar. El largo beso del adiós no busca ser profunda ni trascendental, busca entretener y lo logra con creces.

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