Sin duda, una de las grandes ausencias fue Bradley Cooper en la terna a Mejor director, ya que se consideraba que tenía la nominación prácticamente en la bolsa, pero fue reemplazado por Pawel Pawlikowski, un director mucho más experimentado y cuya película, Guerra Fría, también está nominada en Mejor película extranjera y mejor cinematografía. Otra nominación que era prácticamente segura era la de Mejor Actor para Ethan Hawke por First Reformed al igual que Timothée Chalamet quien desde hace un año se rumoraba que obtendría su segunda nominación por Beautiful boy: siempre serás mi hijo. El lugar de Hawke fue tomado por Willem Dafoe, quien hizo un extraordinario trabajo como Van Gogh en La puerta de la eternidad.
Pero la ausencia que más nos dolió fue la de Emily Blunt de quien incluso se esperaba que podría batir récord si lograba la nominación a Mejor actriz por El regreso de Mary Poppins y la de Mejor actriz de reparto por Un lugar en silencio, cinta que -por paradójico que parezca- sólo tuvo una nominación en edición de sonido. Otra actriz que extrañamos fue a Toni Collette, cuya participación en El legado del diablo fue muy alabada por el público y la crítica, pero parece que a todo el mundo se le olvidó a la mera hora. Tampoco hubo nada para Nicole Kidman quien apostaba a la típica nominación de la actriz guapísima que aparece en su peor versión; Destrucción no le ganó nada ni tampoco su otro proyecto de este año: Corazón borrado.