Durante dos temporadas algunos humanos o también conocidos simplemente como mortales, han estado de un lado a otro acompañando a Sabrina y a pocos miembros de la Iglesia de la Noche, pero siempre han sido mantenidos al margen y es sumamente comprensible, ¿qué podría hacer un no-hechicero ante un demonio? Simplemente morir del susto.
Y todo indica que en la mesa de escritores querían reivindicar nuestra raza en un mundo infernal, pero… ¿en serio era tan necesario? Consideramos que no lo era; siempre debemos tener en mente la limitación que los mortales tenemos en estas historias mágicas llenas de hechizos, invocaciones demoniacas y viajes al infierno.
Muchas otras producciones han sido conscientes de ciertos límites que no se pueden cruzar, la trilogía cinematográfica de El señor de los anillos lo tuvo muy presente y con ello vimos un resultado épico gracias a la dirección de Peter Jackson y por supuesto de la excelsa imaginación de J. R. R. Tolkien.
Aquí es muy distinto, innecesariamente Harvey, Theo y Ros son incluidos en gran parte de la temporada; entendemos que son los mejores amigos de Brina y se han ganado el cariño de los fans, sin embargo, a través de los episodios son los causantes de una serie de decepcionantes pensamientos y actos que simplemente son utilizados para extender un capítulo.
Claro, esto pasa cuando quieres a toda costa que los humanos interactúen con mundos incompresibles. Al final se vuelven molestos y son vistos más como una carga a la que Sabrina y el resto de brujas deben ayudar porque... ¿son sus amigos que siempre se meten en donde no deberían?
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