Una vez que Freud toma el camino de la ficción es de vital importancia acompañar al personaje principal con otros más que sean capaces de mantener la intriga en la historia e inclusive conectar con el espectador. Esto surge a lo largo de la historia, además de Salomé, el propio inspector Alfred Kiss (Georg Friedrich) da muestras de contar con un atractivo arco dramático, el cual le quita peso a Freud y la serie demuestra que tienen personajes interesantes.
Este elemento va perfectamente de la mano con la segunda característica por la cual las personas interesadas estrictamente en el rigor de la medicina podrían sentirse molestos: Sigmund Freud se convierte en un poderoso aliado de la policía y juntos comienzan a resolver una serie de asesinatos con tintes ocultistas que han vuelto a Viena en un lugar inseguro.
Y una vez más, Netflix nos ha presentado otra historia policiaca y de crimen, pero esta vez de época al desarrollarse en 1880 y tiene el estilo que tanto ha defendido el gigante del streaming: una mente intelectual que resuelve casos, policía aliada, casos sanguinarios y un intérprete con cierto sex appel que claramente tiene efecto en algunos personajes femeninos. ¿Te suena familiar?
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