En El Hotel eléctrico, un matrimonio de turistas llega a un hotel en el que sólo trabaja un conserje, pues se encuentra completamente automatizado gracias a la energía eléctrica. Debido a los grande avances que ha impulsado el uso de la electricidad ésta parece ser una época maravillosa, en la que todo puede hacerse con solo tocar un botón. Las maletas suben y se deshacen solas, los zapatos se limpian como por arte de magia y los abrigos vuelan hasta las perchas. Cuestiones tan cotidianas como el peinado y el afeitado no necesitan de mediación humana ya que un cepillo cobra vida y peina a la señora y una brocha de afeitar embadurna las patillas al protagonista. Cierto día el operador que se encuentra a cargo del sistema electro-mecánico del hotel llega borracho a la sala de máquinas y tira de algunas de las manivelas que provocan que los objetos observen un movimiento desordenado. La central sufre un cortocircuito y es entonces cuando todos los muebles se vuelven locos y la habitación queda sumida en el caos.