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    Voces ocultas
    Críticas
    1,5
    Mala
    Voces ocultas

    Lo único bueno es Emilia Clarke

    por Claudia Llaca

    Voces ocultas llega a nuestro país varios meses después de su premiere en Estados Unidos, para estrenarse este viernes primero de diciembre en exclusiva en Cinemex. La cinta es el cuarto intento del director Eric D. Howell (Drop Dead Gorgeous) por llevar a buen término una cinta; desafortunadamente, tampoco lo logró en esta ocasión. Lo único que se salva es su ambientación, su fotografía y la presencia de Emilia Clarke, que para colmo, esta desaprovechada.

    Voces ocultas esta situada en la Toscana en los años cincuenta, en donde Verena (Emilia Clarke) es una niñera especializada en cuidar niños emocionalmente perturbados a los que ayuda a recuperarse. Tras otro éxito, Verena toma un nuevo empleo en un viejo y aislado castillo en el que intentará ayudar a Jakob (Edward George Dring), quien ha dejado de hablar desde la muerte de su madre siete meses atrás.

    Hay una cierta desolación en el interior del castillo que rima perfectamente con el amargo carácter de el padre de Jakob, Klaus (Marton Csokas), y la lúgubre personalidad de su sirviente, Alessio (Remo Girone). Jakob no sólo se rehúsa a hablar, también se pasa horas pegando la oreja a un muro de la casa y acurrucado junto a la tumba de su madre en la cripta familiar. Verena pronto se da cuenta que el problema de Jakob no es sólo psicológico, y empieza a sospechar que hay una presencia paranormal que está atrapada en la piedra de las paredes de la casa.

    Que esta premisa la hayamos visto cientos de veces no es el mayor problema de Voces ocultas; su gran falla es que es una cinta de misterio que no construye ni tantito suspenso. El guion es simple y no intriga, tampoco hay explicaciones ni justificaciones. Parece que Howell quiso que la tensión surgiera de que no entendamos qué está pasando, ni en el minuto final, que por cierto es terrible de tan cursi. Los personajes no tienen matices, y por más que Clarke se esfuerza en mostrarnos una actuación madura, no tiene tela de dónde cortar.

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