Crítica de SensaCine.com.mx para Power Rangers: Power Rangers

Dos décadas pasaron para volver a ver a estos guerreros en pantallla grande. La actualización, sin embargo, no funciona en algunas situaciones y en otras sí. En la primera entra su narrativa en la que la actual fiebre de superhéroes ha usado tanto la misma fórmula para armar a un grupo, que ya se siente desgastada. Del otro lado, de lo que funciona, está la frescura de sus nuevos protagonistas encarnados por un puñado de actores jóvenes con poca o nula experiencia en superproducciones, que una vez juntos, funcionan de manera satisfactoria.

Si bien los Power Rangers siempre se hicieron notar por su variedad de razas. Aquí, de acuerdo a los tiempos que ahora vivimos, hay un marcado acento de inclusión. La Ranger Amarilla, Trini (Becky G.) en esta versión es latina y también la primera ranger en pertenecer a la comunidad LGBT. Ello, más situaciones propias de la adolescencia, impacta en un guión que busca dar algo de seriedad a lo disparatado que podría sonar la trama: cinco estudiantes le son heredados diferentes superpoderes para  salvar al mundo.

Se nota cierta mejora en el trabajo de Dean Israelite respecto a su trabajo anterior, Project Almanac, en donde también tiene un grupo de jóvenes en situaciones inusuales. Aquí da un paso más al hacer buen uso de los efectos especiales. En especial con los zords –mechas individuales para cada intergrante– que provocan una bien lograda batalla en la secuencia final. Aún cuando la principal enemiga, Rita Repulsa (Elizabeth Banks) navega en la sobreactaución y los rangers no hacen tanta gala de sus habilidades en artes marciales, es divertido ver a dos gigantes de metal tratándose de aniquilar.

La cinta respeta a la historia que le antecede. Pero lo largo de los primeros actos, hacen que se pierda el ritmo para llegar a un final apenas sobresaliente. La prueba de fuego sería una historia totalmente original en una secuela, pero es cada vez más improbable que esta suceda.