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    El peluquero romántico
    Críticas
    2,5
    Regular
    El peluquero romántico

    Los hombres también son románticos

    por Tamara Cuevas

    Desde pequeños nos han dicho que los cuentos de hadas son protagonizados por mujeres. El peluquero romántico pareciera ser una de estas historias solo que, ahora, al que le cambiará el destino será a un hombre. Víctor (Antonio Salinas), un peluquero desde hace 17 años, acaba de perder a su madre, por lo que ha entrado en una depresión que oculta muy bien tras la sonrisa amable que le entrega a sus clientes. Soltero, viviendo solo en una casa que parece sacada de los años 60, tomando una copa de Appleton y escuchando a Los Panchos noche tras noche, el peluquero sueña con encontrar el amor verdadero–aunque no lo exprese abiertamente.

    Aunque en el amor no le vaya tan bien, sus amigos han estado ahí para él y varias veces a la semana juegan dominó dentro de las instalaciones de la barbería de Víctor. El grupo es de una heterogeneidad que alcanza lo cómico y también la ternura. Dentro de sus amistades más cercanas está Sergio (Carlos Valencia), de voz aguardientosa, tatuajes y aspecto de malo; lo opuesto a Víctor. Ambos terminan viviendo por un breve periodo juntos y es Sergio quien le insiste a su amigo que busque una novia, aunque sea alguien para tener sexo.

    Pero Víctor vive la mitad del tiempo soñando despierto, imaginando que su vida es una película de la Época de Oro del Cine Mexicano, como las que veía con su mamá cuando estaba viva. Iván Ávila Dueñas, director de El peluquero romántico, nos hace saber cada que el protagonista sueña despierto: la cinematografía cambia a una escala de grises como las películas de antaño y la banda sonora parece sacada de alguna producción protagonizada por Angélica María. Su ancla a la realidad son sus amigos pero, sobre todo, una joven mesera que diario le lleva una charola de comida corrida.

    Mientras El peluquero romántico se desarrolla vamos conociendo a profundidad a Víctor, sus carencias, sus deseos, sus vicios, sus manías. Entendemos que le han roto el corazón y que no ha podido sanar, que aunque intente ser como los demás hombres no puede: no le gusta el sexo casual. La rutina de cortar el cabello, sentarse frente al ventanal esperando al siguiente cliente, lidiar con niños que rayan sus revistas, la copa de Appleton y "Los panchos" antes de dormir se verá interrumpida cuando entre a la barbería el cliente más importante de su vida: su padre, un brasileño del que su madre se enamoró en el pasado.

    Si bien la revelación le inyecta vida y conflicto a la película, se siente como si llegara tarde, pues para ese entonces ya hemos pasado una hora presenciando la monótona vida de Víctor. Esta crítica empezó hablando de los cuentos de hadas y en los últimos 30 minutos seremos testigos del que vivirá nuestro peluquero romántico luego de encontrar en su abuela paterna – a la que nunca conoció – al hada madrina que le regalaría una casa en Río de Janeiro, donde Víctor intentará reconstruir su vida lejos del hogar que abandonó su madre y en el que a él le pesa estar.

    El peluquero romántico es una historia que nos conecta con ese México que hemos olvidado gracias a su increíble diseño de producción: el de la Época de Oro del cine mexicano, el de las barberías con el fonógrafo de Grupo Radiocentro sintonizado, el de los boleros…Y más allá de recordarnos el país que éramos, El peluquero romántico encuentra su valor en la perspectiva de un hombre que – a diferencia de lo que nos han enseñado, incluso el cine – busca el amor sobre cualquier otra cosa; un hombre que tiene la cabeza en las películas románticas y que canta a todo pulmón "Sin ti" de Los Panchos. 

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