Crítica de SensaCine.com.mx para En los bosques de Siberia: El gélido encuentro con la soledad deseada

La agitada y rutinaria vida de los citadinos reclama atención total. Los momentos para darse cuenta de los detalles o simplemente para disfrutar de un instante de silencio son casi nulos entre tantas actividades extenuantes y el constante desplazamiento. Por eso este tipo de existencia ahuyenta a muchas personas como Teddy, un francés deseoso de paz y tranquilidad. En los bosques de Siberia relata su travesía.

En medio de paisajes gélidos y capaces de sorprender al público por su natural belleza, el personaje principal comienza a adaptarse a las condiciones climáticas, desafiantes por su extremo frío y tormentas capaces de tirarlo sin mayor esfuerzo. La comida es escasa y tiene que conformarse con cualquier cosa, además de pasar mucho tiempo en la soledad, alejado a unas cinco horas de su vecino más cercano. A final de cuentas esto último es lo que buscaba.

La soledad y el silencio son las constantes en el interior y exterior del personaje. La trama se enfoca en el cambio drástico de la comodidad a sobrevivir, hasta que alguien más aparece en el camino de Teddy. Tras este suceso sus planes se transforman para redescubrir el valor de la compañía y cómo el temor es el obstáculo más grande que el progreso puede encontrar.

Raphaël Personnaz, a quien se le puede ver en Anna Karenina (2012), logra hacer una interpretación adecuada, soportando bajas temperaturas, sacando su lado dramático cuando es requerido y dotando a Teddy de simpatía para establecer una estrecha relación con la audiencia. En gran medida evita la caída del largometraje, ya que la historia es simple, nada pretenciosa y prácticamente con sólo dos personajes; sin un buen trabajo actoral posiblemente los bostezos hubieran aparecido.

En los bosques de Siberia es un portento visual, goza de ser simple pero entretenida. Curiosear por un rincón del mundo donde las condiciones impiden una vida cómoda y la pura decisión de dar un paseo puede ser mortal es una travesía de hora y 45 minutos que los amantes de un cine alejado de las complicaciones disfrutará enseguida.