Un live-action realmente innecesario
por Daniela TorresActualmente el cine se encuentra en una época en la que la creatividad parece estar limitada y es mucho más sencillo retomar clásicos y convertirlos en live-action que proponer una trama original. Específicamente este año, hemos sido testigos de dos adaptaciones de este cuento infantil: Pinocho. La primera corre por parte de Guillermo del Toro, que promete conmover al público y darle un nuevo significado a la historia que ya conocemos. La segunda, Disney, el mismo estudio que vio nacer este clásico en 1940 y que ahora optó por darle una actualización para las nuevas generaciones, como lo hizo en su momento con El rey león y ahora con La sirenita.
En esta ocasión, Tom Hanks da vida a Gepetto, un artesano que sufrió la pérdida de un hijo, lo que lo llevó a caer en un episodio de depresión y cuyo único deseo es volver a ser padre. Si bien la trama es la misma a la de la cinta animada, es evidente que añadieron una que otra escena extra y el clásico número musical que siempre está presente en los live-action de Disney. Robert Zemeckis, la mente maestra detrás de Volver al futuro y Forrest Gump, estuvo a cargo de la dirección y se encargó de reunir a Cynthia Erivo, Luke Evans y Joseph Gordon-Levitt como parte del elenco.
Volviendo a la esencia de la película, resultó sorprendente que en esta ocasión la pérdida del hijo de Gepetto está muy presente y es el motor principal de todo el guion. Lo preocupante es que el protagonista pierde la cabeza y está dispuesto a hacer lo que sea, con tal de volver a ser padre y que, incluso, tiene cierto temor por el exterior después de volverse tan ermitaño. Dando un toque diferente y el intento de no ser una fiel copia al clásico de los 40.
Su verdadero distintivo es la esencia teatral, que hace que toda la película se sienta como un verdadero cuento de hadas. Ver escenas que se han vuelto icónicas recreadas a través de una nueva técnica de animación le suma bastantes puntos a su favor. Sobre todo considerando que el verdadero público de esta versón es la nueva generación, una no familiarizada con la tradicional 2D, que en su inició catapultó a Disney como uno de los mejores estudios junto con Alicia en el país de las maravillas, Blancanieves y La bella durmiente.
A pesar de ser un live-action, hay momentos en los que el filme se puede percibir como falso. Se debe a las escenas en las que es sumamente evidente que todo fue filmado con una pantalla verde y que el presupuesto no era muy alto. De hecho, cuando vemos a Pinocho al fin convertirse en un niño de verdad, pareciera que las proporciones del pequeño están mal y se pierde ese aspecto realista.
Pinocho de 1940 es conocida por el mensaje tan claro que buscaba enviar a los niños de esa época. Al punto de que los veíamos tomando y fumando como consecuencia de sus malas decisiones. En la actualidad, debido a las restricciones que existen en el cine, no pudieron recrear ese tipo de escenas, pero Disney no logró darle la vuelta para mostrar una moraleja a las nuevas generaciones, lo cual es un punto perdido en el objetivo de este largometraje.
Es evidente que Disney seguirá explotando esta mina de oro, al invertir lo mínimo a las actualizaciones de los clásicos con los que crecimos, y con la finalidad de la permanencia en su plataforma para seguir generando dinero. Perdiendo el elemento mágico que hace algunos ayeres los caracterizaba. Después de esto podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Pinocho para Disney Plus es un largometraje de acción real verdaderamente innecesario, y es una pena para todos los involucrados.