Serguei Eisenstein viajó a México desde Estados Unidos tras ser rechazados dos de sus guiones. Fue entonces como decidió aceptar la propuesta del novelista Upton Sinclair de producir una película sobre México junto con otros dos cineastas soviéticos y comenzó el rodaje de la cinta.
Gracias a su amistad con Diego Rivera, Serguei Eisenstein estaba familiarizado con la cultura mexicana.
Tras completar el rodaje, el cineasta soviético envío el material a Hollywood para su procesamiento químico, pero resultó confiscado y no pudo encargarse de montarlo. Lo que conocemos hoy en día es la reconstrucción que su asistente Grigory Aelxandrov realizó en 1979, manteniendo la estructura episódica en cuatro partes diferenciadas y rescatando la mayoría de las imágenes documentales.