En California, hacia finales de 2012, un grupo de adolescentes, entre 14 y 16 años, compañeros y amigos de la Saratoga High School, se reunían en una fiesta, para la cuál habían conseguido grandes cantidades de alcohol y donde varios bebieron sin control y hasta perder consciencia. Audrie Pott fue una de ellas, quien, confiando que se encontraba entre amigos, bebió de más y fue abusada, sexualmente, por varios de sus compañeros. En otra parte del país, en Maryville, Misuri, durante el mismo año, Daisy Coleman sufría un abuso sexual, perpetrado por dos compañeros y grabado por un tercero, situación que fue minimizada y casi ignorada porque los atacantes eran destacados atletas del colegio de la ciudad y uno de ellos era familiar de un senador local. Para ambas adolescentes, el destino fue el mismo: ambas fueron agredidas y juzgadas en las redes sociales, con miles de compañeros compartiendo fotos íntimas y de los asaltos y acusándolas de provocadoras y culpables. En el documental Audrie & Daisy, los directores Bonni Cohen y Jon Shenk, analizan y exploran el poder abrasador de las redes sociales y la capacidad de arruinar una vida, en una sociedad donde se protegen intereses y no se persiguen delitos.