Crítica de SensaCine.com.mx para Los inquilinos: Suficiente de tantas bellas historias

A lo largo de los años nos han contado cómo el amor de una madre es inmune a cualquier mal, que la familia lo es todo y con ella podrás enfrentar la oscuridad que envuelve al mundo allá afuera. Tan equivocados estuvimos todo este tiempo. Siempre es posible buscar una perspectiva diferente a los cuentos, ¿no es así? Esto mismo lo hace la cinta irlandesa, Los inquilinos.

En plena Irlanda rural de los años 20, los gemelos Rachel (Charlotte Vega) y Edward (Bill Milner) viven solos en una enorme casa a la mitad de un desolado bosque, misma que misteriosamente pareciera tomar vida cada noche debido a una oscura entidad que atormenta a los hermanos desde hace años. El horror incrementa cuando conocemos las tres reglas a las que deben apegarse los inocentes jóvenes si desean mantenerse con vida: antes de la medianoche tendrán que estar en la cama; por su bien no podrán permitir la entrada de un extraño a su casa; finalmente: si uno de los hermanos intenta escapar, la vida del otro se pondrá en peligro.

Hemos alcanzado esta época del año en la que historias de horror comienzan a apoderarse de la pantalla grande y si eres un verdadero fanático de las mismas tendrás una sonrisa de oreja a oreja. Una de las primeras producciones en arrancar esta tétrica tradición cinematográfica es Los inquilinos, dirigida por Brian O’Malley (Let Us Prey), en la cual gracias a su inmersiva narrativa podrás adentrarte rápidamente al oscuro suspenso que rodea a la cinta de principio a fin.

Es importante mencionar que se trata de una producción de la que podrás reconocer su limitado presupuesto en comparación al enorme listado de películas hechas por Hollywood en la actualidad. Sin embargo, esto último no es sinónimo de baja calidad, al contrario, es muestra del ingenio y compromiso al que se enfrentó O’Malley y compañía al aprovechar la luz natural de sus escasas locaciones y exprimirle el 200% a sus reflectores y cámaras en cada situación. El quehacer fílmico es el arte de resolver momentos con todo lo que esté a tu alcance, el arte del ingenio; aquí un satisfactorio ejemplo.

Y para darle vida al par de jóvenes que deben enfrentar a una temible entidad, Charlotte Vega y Bill Milner consiguen mantener el suspenso y horror que la cinta exigía, inclusive notándose por momentos dentro de una atmósfera teatral más que cinematográfica. Esto sin duda beneficia a la cinta, recordemos se trata de los años 20 en una Irlanda rural, por supuesto debían notarse diferentes al resto de propuestas del género.

A pesar del notable esfuerzo de sus actores, es verdad que el debut del guionista David Turpin es el eslabón más débil al presentar una historia con un atractivo planteamiento, pero incapaz de cubrir la hora y media de duración. Es posible que un cortometraje pudo ser la mejor forma de presentar la historia de esta casa poseída por espíritus y así explotar sus distintos momentos tétricos, sí los hay, pero son disueltos por la duración total de la película.

Aun así debo hacer mención de una grata sorpresa que pude encontrar: la composición musical encabezada por Kevin Murphy. Es capaz de crear una intrigante atmósfera por si sola al atrapar los sentidos y de este modo poder caminar suavemente sobre tumbas en medio de un desolado bosque irlandés mientras algunas arpas y violonchelos te acompañan en este viaje sin regreso.

Los inquilinos es una propuesta que busca contar una terrorífica historia a través de un enriquecedor suspenso creado por su director y complementado por las actuaciones protagónicas de Charlotte Vega y Bill Milner, sin embargo, la falta de situaciones dignas del género de horror frenan el trabajo del resto de involucrados. A pesar de esto conseguirá atrapar los sentidos del espectador, esto debe reconocerse al tratarse de una cinta de bajo perfil, misma que logró mostrar mayor compromiso y entrega en comparación a muchos blockbusters que hoy día se adueñan de la cartelera mundial. Este largometraje nos hará darnos cuenta que ya hemos visto demasiadas bellas historias.