Crítica de SensaCine.com.mx para Locamente millonarios: Amor y dinero, todos tenemos nuestra historia con ellos

El dinero y el amor son las cosas que más aspiramos en la vida. Son un tema universal en el que todos estamos involucrados, no se puede vivir sin alguno de ellos dos. Si mezclamos estos ingredientes con una comedia protagonizada por puros asiáticos, resulta una combinación divertida y curiosa. Locamente millonarios le sigue los pasos a Rachel Chu (Constance Wu) quien está a punto de conocer a los padres de su novio, pero hay un pequeño inconveniente: la familia de su amado es rica y ella no lo sabía hasta momentos antes de emprender el viaje.

Nick Young (Henry Golding) es el soltero más codiciado de Singapur e hijo de la familia más importante de aquella región, por ello cuando se enteran que está en una relación, las mujeres de su alrededor buscan alejar a su querida para que tome su responsabilidad como próxima cabeza de su parentela. Y como podemos darnos cuenta desde aquí, la trama se presta para hacer una montaña rusa de emociones que van desde las risas hasta la tristeza y casi el llanto.

Esta es una de las comedias románticas más exitosas del año de Estados Unidos, y esto se debe principalmente a la aspiración. ¿Quién no desea ser rico o casarse en una ceremonia rayando en lo mágico o encontrarse a una pareja de ensueño? Todos tenemos nuestra historia en temas del corazón y el bolsillo, y cuando nos presentan una historia que gira en torno a esto nos reflejamos de cierta manera, aunque sea inconscientemente.

Ya sea la curiosidad por ver cómo viven los ricos, el romance muy a la Romeo y Julieta o los valores familiares que muchos tenemos inculcados, Locamente millonarios funciona porque retrata de forma equilibrada estos conceptos y los mezcla con humor y un drama casi telenovelero cuya fórmula prácticamente es infalible desde hace mucho tiempo. Sencillamente está bien pensada desde la preproducción; entretiene, divierte, hace reflexionar, una buena opción para disfrutar hasta con la familia, aunque obviamente sin los más pequeños.