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    La 4ª Compañía
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La 4ª Compañía

    Excelente historia que no termina de cuajar

    por Claudia Llaca

    Después de tanta comedia romántica en el cine nacional, vale mucho la pena ver una cinta como La 4ta. compañía, que obtiene su primera estrella por la tenacidad, voluntad y pasión de sus directores Amir Galván Cervera y Mitzi Vanessa Arreola, quien también escribió el guion. Tuvieron que pasar 10 años desde que iniciaron el proyecto y uno desde que la película arrasara con los Arieles, para que finalmente pudieran verla en la pantalla grande.

    Otra estrella es para la trama, que relata la historia real de un grupo de reos de Santa Martha Acatlita que a principios de los ochenta integraban el equipo de futbol americano de Los Perros, que ganó mucha notoriedad en su época, porque además de ser buenos, estaban apadrinados por el más obscuro jefe de policía que ha tenido la Ciudad de México: Arturo ‘El negro’ Durazo.

    Lo negro de ‘El negro’ (como se llamó un libro y después una película que narraban sus fechorías), es que bajo su administración estos reclusos también conformaban la 4ta. Compañía, un grupo de ‘auto-control’ penitenciario que gozaba de privilegios y gobernaba la cárcel. Los mismos sujetos eran utilizados para el robo de autos y bancos, y el botín quedaba en los bolsillos de las autoridades coludidas.

    Media estrella va para la actuación del protagonista Adrián Ladrón (cuyo apellido coincide curiosamente con la historia); no lo pierdan de vista, es un actor que puede llegar lejos. La otra mitad se la lleva la ambientación. No sólo cada detalle está cuidado al máximo, La 4ta. compañía incluso brinda la sensación de estar viendo la televisión en los ochentas.

    El principal problema de La 4ta. compañía está en su narrativa. La cinta intenta contar tantas historias a la vez, que deja muchos cabos sueltos y hay situaciones que no terminan de explicarse. Esto afecta también a los personajes; no alcanza el tiempo para delinearlos por completo, lo que genera confusión y falta de identificación, por lo que la trama pierde fuerza hacia la segunda mitad de la cinta.

    Y es una pena, porque la anécdota es extraordinaria y nos pone a reflexionar sobre si en realidad los tiempos pasados fueron mejores, pero más importante: nos recuerda de dónde venimos y por qué estamos como estamos.

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