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Juliette Binoche sigue haciendo de las películas un lujo
por Deidalí GómezUna comedia romántica estelarizada por la legendaria Juliette Binoche, que sin dejar de verse fantástica, a sus 53 años de edad ya muestra facciones más maduras; característica física que viene a sumarle profundidad al caótico personaje que representa: Isabelle, una artista plástica divorciada, madre de una niña de 10 años, que se encuentra en una desesperada carrera por hallar amor.
La comedia, surte efecto desde un inicio, cuando comenzamos a conocer las contradicciones de esta mujer guapa, provocativa, insegura, incongruente… pero divertida. Cada que Isabelle interactúa con otras personas, sobre todo con amantes que no le corresponden, los espectadores entramos al juego de cámara de la directora Claire Denis, quien en escasos momentos nos permite observar tomas abiertas con todos los participantes en escena; en vez de eso, sesga nuestra visión con acercamientos a uno u a otro personaje, permitiéndonos ahondar en expresiones faciales y emociones.
El estira y afloja de los diálogos dichos por seres incorregibles, genera risas, aunque también por minutos cansa.
Otra arbitrariedad narrativa que nos hace sentir la inestabilidad de Isabelle, es irnos enterando sobre la marcha, quién es quién en su vida: la vemos en la intimidad con su marido, pero no sabemos cómo terminó divorciada, cómo conoció a todos sus prospectos ni cómo rompe con ellos: El indicativo recurrente de sus rupturas amorosas, suele ser su infantil llanto nocturno.
En el discurso construido por la maestra Claire Denis y la escritora de novelas sobre amores imposibles Christine Angot, Una bella luz interior, se plantea la existencia de seres humanos eternamente insatisfechos y vacíos que se mal nutren con auto engaños. Al parecer, en estos tiempos nadie tiene lo que desea y cuando lo consigue, ya no le apetece. Entonces, el “bello” acto de buscar amor, también podría ser un simple pretexto para no toparse de frente con la soledad.