Adiós entusiasmo

Margarita vive en un apartamento en Buenos Aires con su hijo Axel de diez años y sus hermanas mayores Antonia, Alejandra y Alicia. Axel curioso y con ciertos toques de genialidad, le gusta la escultura, colecciona mapas y tiene una obsesión por la materia negra. Pareciera que desarrolló todo un universo interno como escapismo a su mundo exterior. Su departamento es como una acogedora cueva donde tocan música, comen, duermen y discuten a la cálida luz de la lámpara. Un capullo familiar íntimo. El hecho de que Margarita vive encerrada en una habitación más allá del baño es como son las cosas. Los niños se comunican con su madre a través de una pequeña ventana, le dan mantas, DVD, material de lectura y celebran su cumpleaños en el pasillo. Los detalles de los "¿por qué?" y los "¿comos?" se revelan gradualmente cuando finalmente han tenido suficiente y es Axel quien debe decidir qué es lo que se debe hacer.

Adiós entusiasmo, sucede en el transcurso de diez horas nocturnas, propone tensión dilatada desde el comienzo al mismo tiempo que decide no alejarse del espectador.