En Yo no soy guapo, se presenta, como fenómeno social y cultural, con origen en la Ciudad de México, el sonidero. Una actividad que se ha convertido en una profesión y se ha mantenido por más 50 años. No hay una autoría oficial o legal del nombre adoptado, pero se popularizaría a partir de la década de los años 70, donde un animador, un DJ o un propietario de un equipo de sonido solía organizar bailes en barrios populares, en casas, talleres o en la calle misma, reuniendo a centenares de personas, poniendo piezas musicales grabadas, de géneros diversos, pero destacando primordialmente la cumbia mexicana, la salsa, la bachata y la guaracha. Desde las calles de la Merced, pasando por Tepito, extendiéndose a Tacubaya y más allá, en el centro de estos eventos, conocidos como movimiento sonidero, se expresa un barrio, el cual defiende su importancia cultural y social. Un evento donde las personas se adueñan de las aceras, de las noches, todos dispuestos a bailar hasta que reviente la madrugada.