En enero de 1972, la artista afroamericana Aretha Franklin decidió grabar su primer álbum de góspel, en vivo, en la emblemática Iglesia Bautista Misionaria New Temple, en la ciudad de Los Ángeles, con la ayuda y colaboración del reverendo James Cleveland. Buscando capturar el legendario momento, el cineasta Sidney Pollack (Los tres días del cóndor) viajo a la ciudad y se instalo en el recinto religioso para filmar las sesiones de la grabación. Pollack, fallecido en mayo de 2008, llego a la locación sin saber exactamente que quería filmar, que quería expresar y que quería mostrar, pero siempre estuvo determinado a terminar el proyecto y que la audiencia pudiera experimentarlo. Es con la ayuda del director y compositor Alan Elliot (La ventana secreta), que las grabaciones comenzaron a tener una narrativa, donde la figura de Franklin, la mirada de Cleveland y la dirección musical de Alexander Hamilton, cobran vida para mostrar la creación de uno de los discos más importantes de la cultura norteamericana.