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    Te Quiero, Imbécil
    Críticas
    2,5
    Regular
    Te Quiero, Imbécil

    Una más para sólo dejarte llevar

    por Iván Romero

    El cine español entrega grandes obras cinematográficas año tras año; su industria es una de las más sólidas a pesar de que no ha dejado de luchar contra el gobierno y los presupuestos adjudicados para el apoyo y creación de más películas. Una historia conocida para nuestro país, por ejemplo. Afortunadamente, gracias a plataformas de streaming como Netflix es posible tener la oportunidad de ver cada vez más las apuestas fílmicas de la Madre Patria, algo que era impensable por cuestiones de distribución. España maneja perfecto los géneros; tiene thrillers brillantes, cintas de horror genuinas y dramas estremecedores. De la misma forma que México, también encuentran en las comedias románticas una fórmula contundente para atraer a la gente a las salas de cine.

    Es ahí es donde encaja: Te quiero, imbécil, película dirigida por la cineasta y actriz Laura Maña, cuyos filmes como Palabras encadenadas y La vida empieza hoy habían explorado temas lejanos a los que expone aquí. Si bien de antemano el título lleva la penitencia de ser una comedia sin mayor pretensión, tampoco retrata algo distinto al: chico busca chica; chico encuentra a chica, pero no se da cuenta; chica hace algo casual que a chico le hace abrir los ojos. Esto dentro de muchos pasajes anecdóticos que nuestro protagonista tiene que navegar para llegar al tan esperado final feliz, si es que el destino del guionista lo bendice, claro está.

    Marcos (Quim Gutiérrez) es cortado por su novia momentos antes de que él iba a proponerle matrimonio. A esto sumémosle que lo corren del trabajo y tendrá que volver a vivir con sus padres ya entrado en los 30. Él es desfachatado, no se preocupa por su aspecto físico, no hace ejercicio y le importa poco lo que piensen sobre su persona. Con el corazón roto y con las ganas de dejar su viejo amor atrás acude a internet y encuentra en un influencer (Ernesto Alterio) una serie de consejos para convertirse en un hombre nuevo. Ahí entra una exnovia: Raquel (Natalia Tena) para confrontarlo y hacerlo cambiar de parecer de muchas maneras.

    Te quiero, imbécil fue escrita por Abraham Sastre e Iván José Bouso y es protagonizada por Quim Gutiérrez (Ventajas de viajar en tren), Natalia Tena (Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte 2) y Ernesto Alterio (Alguien tiene que morir) en una participación especial; a ellos los acompaña otro actor de renombre como Alfonso Bassave (Estoy vivo), quien interpreta a Diego, el mejor amigo de Marcos. Todos hacen clic en pantalla y tienen la química necesaria para que una comedia con estas características avance y no resulte un hastío para el espectador.

    El cambio de Marcos de nerd a un Don Juan no es precisamente creíble, ya que, a pesar de las repetidas secuencias para hacer creer que Marcos fue un ser constante en su disciplina al ejercicio resulta un tanto risible. Desde un principio el protagonista sólo tiene encima un montón de ropa sin combinar y su cabello sin peinar. Estos son meros detalles realmente porque Quim (toda una estrella en España) no es ajeno a la comedia y se nota relajado con su personaje de la misma manera que Natalia, su contraparte femenina. Al ser estos dos los que se debaten en encuentros y desencuentros a lo largo de la película, resulta más que satisfactoria la dupla y esta es la fórmula mágica para que el espectador termine por comprar una comedia romántica.

    Alterio, por otro lado, es un primer actor y nos sorprende el que se haya tomado el tiempo de aceptar el personaje de este gurú del amor vía internet; de nueva cuenta demuestra que para él no hay papeles pequeños, ya que gran parte del encanto de la cinta lo tiene él y sus participaciones son contadas. Quien no conozca el trabajo de Alterio lo puede ver en la versión española de Perfectos desconocidos, en El método y próximamente de la mano del mexicano Manolo Caro en la miniserie de Netflix: Alguien tiene que morir.

    Regresando al tema que toca la cinta sobre la imagen física, es cierto que el asunto de los estereotipos y seguir hablando de la belleza externa como una meta para poder encajar en el entorno, resulta caduca, más cuando se batalla constantemente contra ello en redes sociales, pero Te quiero, imbécil tampoco es la película para reprocharle estos clichés, ya que no los toma de estandarte, ni tampoco es aleccionadora, tan sólo es una oportunidad para sentarse en el sillón, buscarla en Netflix y pasar un buen rato, dejándote llevar por los protagonistas.

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