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    Amores modernos
    Críticas
    2,5
    Regular
    Amores modernos

    Estos amores no terminan de cuajar

    por Iván Romero

    El amor como tema a explorar en el cine o la televisión no sólo es recurrente, sino que es prácticamente vital que en cualquier relato se desmenuce el sentimiento per se, ya sea como el centro de todo o como una característica de algún personaje. Amor del tipo romántico, pasional, lúdico, familiar, amistoso, desinteresado, toxico, entre miles que podríamos mencionar, son algunas vertientes en las que se puede profundizar. Este conjunto de todo y nada a la vez es el enfoque de la nueva película de Matías Meyer: Amores modernos, que se integra por una serie de historias unidas a raíz de un evento en particular que desencadena un tipo de amor diferente en los diversos personajes.

    Todo se desprende con la inesperada muerte de Armida (Concepción Márquez), la matriarca de una familia de clase media de la Ciudad de México. Al entierro acuden sus dos hijos: Alex (Leonardo Ortizgris) y Carlos (Andrés Almeida), así como la esposa de este último: Ana (Ludwika Paleta). De pronto, la llegada al sepelio de una joven llamada Rocío (Ilse Salas) detona confrontaciones entre varios miembros de la familia, revelaciones que los toman por sorpresa y desemboca en que algunos se aíslen más de lo esperado o en el mejor de los casos se logre una unión que nunca esperaron.

    Algo a destacar es que Amores modernos es su elenco que habla por sí solo. En los últimos años no habíamos tenido en el cine mexicano un ensamble de este calibre con nombres que sin duda son los mejores actores y actrices de su generación en este país: Andrés Almeida, Raúl Briones, Mónica del Carmen, Concepción Márquez, Leonardo Ortizgris, Ludwika Paleta, Ilse Salas, Diana Sedano, David Angulo, entre varios otros, lo que convierta a la cinta en la primera vez que Meyer utiliza a actores de formación en alguno de sus proyectos.

    El género que aborda Matías Meyer en Amores modernos es un dramedy familiar, lo cual resulta un tipo de película que seguramente será bien recibida por la audiencia y llama la atención especialmente porque Los últimos cristeros, Yo, y The Cramp (filmes previos de Meyer) son apuestas completamente distintas y quizá mucho más de nicho, aunque esto no le quita la autoría a la actual cinta que también escribió en colaboración con María Camila Arias y Edgar Chías. El largometraje tomó su tiempo en desarrollarse y cuatro años después en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos 2019 pudo ver finalmente la luz. Ahora llega a cartelera comercial después de algunos retrasos por la pandemia.

    La historia central habla sobre el núcleo familiar, esa clase de amor que en la mayoría de los casos no se descubre, sino que se trae en la sangre y Meyer logra retratarlo correctamente gracias a las buenas interpretaciones de una inmejorable Ilse Salas, Andrés Almeida y Leonardo Ortizgris. Sin duda, ellos son el corazón de la película. De este trío salen otros dos pasajes paralelos: Ana se reencuentra con un viejo amor y ve flaquear su matrimonio, el cual, evidentemente ya se encuentra fracturado. Por otro lado, Pavel (Raúl Briones) ve terminada una relación con Rocío y esto lo lleva a encontrar con su vecina una relación bastante particular para curar su mal de amores. Desafortunadamente son estas dos últimas las que más desmerecen al hacer un balance general de la película.

    Y es que hay algo en Amores modernos que se siente raro, ajeno, como si las piezas del rompecabezas no formaran un todo y desafortunadamente es su mayor talón de Aquiles. Cierto es que así es la visión de Meyer y se respeta, pero si la cinta hubiera sido narrada como una antología, separando cada una de las historias, podría haber funcionado mejor, sin embargo, en el transcurso de la cinta como espectador te sientes perdido y es justo con las historias de Briones y de una muy desperdiciada Ludwika Paleta donde, sin querer, nos olvidamos que existen y de pronto cuando aparecen no se sienten parte del mismo filme; no cierran un círculo sus relatos y sencillamente salen sobrando. Quizá si el filme hubiera sido enfocado en los tres personajes centrales habría sido mucho más interesante. ¿Es culpa de la edición? No lo sabemos, pero sencillamente lo moderno de estos amores no terminan de cuajar, justo como miles de relaciones humanas.

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