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    Shyamalan falla en su especialidad: el plot twist

    por Tamara Cuevas

    Viejos es una película demasiado ambiciosa que no termina de encajar como un todo. La más reciente creación del director y actor norteamericano M. Night Shyamalan está inspirada en la novela gráfica Sandcastle de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters, un alucinante viaje sobre el proceso de envejecimiento que, sorpresivamente, no tiene una conclusión final en el material original; Shyamalan, entonces, suponía la opción perfecta para ser el encargado de darle un cierre a la historia

    En Viejos conocemos la historia de 3 familias y algunos agregados que visitan una paradisíaca isla privada. Lo que ninguno de ellos sabe es que en dicho lugar el tiempo avanza más rápido y un año puede pasar en cuestión de minutos. Todos han sido elegidos específicamente para ese viaje por una razón, aunque, obviamente, el director la mantiene en secreto lo más que puede. 

    La película, que sirve también como una metáfora sobre el inevitable y aterrador paso del tiempo, tiene un abanico muy amplio de historias de las que jamás comprendemos motivos reales. La única familia que tiene una construcción un poco más completa es la encabezada por Gael García y Vicky Krieps pero, a final de cuentas, no termina por conmover al espectador del todo. El énfasis en esta pareja y sus hijos es algo que esperas de la cinta, pero el eclipse de protagonismo no es del todo aceptable si en un cierto punto del largometraje la interacción principal es entre toda la comunidad que se crea en esta playa desierta.

    Shyamalan maneja las historias de las demás familias como retazos de algo que funciona en favor de mantener el suspenso, el cual se acrecienta gracias a los movimientos trepidantes y rápidos de la cámara, que nos transporta de un extremo de la isla a otro en cuestión de segundos.

    Los personajes, interpretados por Thomasin McKenzie, Alex Wolff, Rufus SewellEliza ScanlenAbbey Lee, entre otros, se sienten más como utensilios para llegar al esperado plot twist de Shyamalan, algo que ha caracterizado a sus mejores películas como La aldea o El sexto sentido. El tan esperado plot twist conlleva un peso más fuerte de lo esperado porque coincide demasiado con el estado del mundo actual, pero termina opacando toda la construcción de la narrativa; no sirve mucho en relación con lo que nos mostró durante toda la película y se siente más como una subtrama innecesaria que como el giro de tuerca al que estamos acostumbrados en la filmografía del norteamericano.

    Asimismo, las explicaciones en esta isla resultan ser un poco burdas porque Shyamalan construye demasiada tensión y expectativa alrededor de sus historias individuales, lo que solo nos hace pensar que el director no puede decidir entre quién es el villano de la primera parte de la cinta. Por otro lado, los elementos que sí logran satisfacer son los mensajes finales de la película, como el abandono de la infancia y nuestra obsesión con dejar de ser niños para convertirnos en adultos a como dé lugar.

    Viejos proviene de una reflexión personal por parte de Shyamalan, pues los factores que lo inspiraron a transformar en película la novela gráfica de Sandcastle son la demencia que sufre su propio padre y presenciar el camino a la adultez de sus hijos. El largometraje, sin duda, podría haber funcionado mejor de mantenerse en ese nivel personal, no obstante, las pequeñas y constantes explicaciones, así como las breves secuencias de suspenso terminan por opacar esta cualidad no explotada del todo.

    La película no es ni por asomo la mejor creación de Shyamalan, pero el plot twist podría despertar conversaciones interesantes luego de salir de la sala de cine gracias a su relación con nuestra situación actual y por la reflexión que conlleva una de las últimas secuencias de Viejos: ¿en qué momento dejamos de ser niños para convertirnos en adultos atemorizados por el paso del tiempo?

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