En octubre de 1999, la joven de 19 años, Rocío Wanninkhof, regresaba a casa, luego de ver a su novio en el municipio Mijas, con la intención de tomar un baño y volver a salir, esta vez hacia la feria de Fuengirola. Al día siguiente, se descubrió que su novio no había ido a la feria y nadie sabía más de Rocío. Pasó poco tiempo para que su madre, casi de manera accidental, encontrara los tenis abandonados de su hija y un pañuelo con manchas de sangre. La Guardia Civil empezó una operación de búsqueda, entrevistando personas que quizá habían visto a la chica, pero para noviembre, tres semanas después de su búsqueda, las autoridades encontraron el cadáver de Rocío, desnudo y con señales de que alguien intentó prenderle fuego. El asesinato brutal de la joven causó una indignación absoluta de la población, un circo mediático que abarcaba todos los horarios y portadas de diario y una carencia de línea de investigación de las autoridades, que terminaron por detener, acusar y condenar a una mujer, Dolores Vazquez Mosquera, en gran parte debido a los iracundos habitantes. Aunque existía evidencia de que Dolores era inocente, nada de ello importó, hasta que cuatro años más tarde, un nuevo caso presentaba a quien podría ser el verdadero responsable. El documental El caso Wanninkhof – Carabantes sigue el escándalo que generó el brutal crimen y las consecuencias de obedecer más a un juicio callejero que a un juicio claro y legal.