Crítica de SensaCine.com.mx para En un lugar salvaje: El aislamiento de Edee resuena, por más cínicos que seamos

El duelo o la pérdida de un ser querido y el proceso correspondiente que cada uno de estos eventos lleva en la vida de todo ser humano varía de muchas formas y puede durar una vida entera o ser cuestión de que otra eventualidad suceda para que ayude a sanar. También sucede que la herida nunca sana, por más que se quiera. En la pantalla grande, como de igual forma es la literatura, se ha representado infinidad de veces este pasaje inevitable y si nos ponemos a analizar, aprender a dejar ir y entrar en un proceso de transformación para ser otra persona puede que sea una constante en el cine que consumimos. Este tema atrajo de sobremanera a la actriz Robin Wright, quien venía de un personaje fuerte como el de Claire Underwood en el seriado de Netflix: House of Cards y ahora debuta como directora con el drama existencial Land.

La película se centra en Edee (Wright), una mujer que, tras una tragedia familiar, decide huir (en este caso, de su hermana) de lo abrumante de la ciudad para poder conectar con algo, ya que el vacío que eventualmente conocemos no le permite conseguir la paz que necesita. Armándose de valor, se va a vivir a las montañas rocosas, pero el contacto con la naturaleza parece no recibirla con los brazos abiertos hasta que llega a su vida Miguel (Demián Bichir), un cazador local que, aparte de salvarla de morir, se convierte en una motivación para abrir los ojos y quizá encontrar eso que estaba buscando.

Para no sonar reiterativo y ser justo con el debut detrás de cámaras de Wright, aclarando por supuesto que es una percepción, mencionaré en unas líneas al talón de Aquiles de este drama, para después destacar todo lo favorable que tiene. El guion es de Jesse Chatham y Erin Dignam, aunque tiene el respaldo de una distribuidora como Focus Features es una producción independiente cuyo presupuesto tuvo que ser ajustado para filmarla en menos de un mes. Todo un reto para Robin Wright y una enorme presión, sumándole que ella es la protagonista. A pesar de esto, el libreto parece no arriesgarse demasiado y presenta el viaje de una mujer a la naturaleza y su proceso de conversión a otra persona.

Adjetivos sobrarían, como que es novedosa, pero también repetitiva, ya que hemos visto esta especie de relatos innumerables veces. Por otro lado, resulta un tanto idílico que Edee, personaje con un enorme dolor, tenga el privilegio o los recursos de poder escaparse a un lugar que parece una postal y que el duelo no explore en lugares un poco más terrenales. Aunque no lo requiera, ya que la actriz es una de las más talentosas de su generación, Land resulta en un proyecto de lucimiento para Wright, como actriz y, por ende, como cineasta.

El filme bien pudiera dividirse en dos actos: la confrontación con el aislamiento de Edee y el reconocimiento como ser humano al aparecer Miguel, el cazador que interpreta el mexicano Demián Bichir, quien, al igual que Wright, están perfectos: sus actuaciones son sólidas, conmovedora y la química de los dos es transparente como el agua. Algo importante, y sin ser un spoiler, es que la conexión que tiene Miguel con Edee pareciera de inicio que será algo romántico, pero ahí tiene un gran acierto el guion, porque quizá hay algo platónico entre los dos personajes, pero lo importante es cómo cada uno se encuentra en el otro y sin darse cuenta se prporcionan lo que estaban buscando y que en el acto final descubrimos. 

La manufactura de Land es preciosa. Es una propuesta relativamente corta, de 90 minutos de duración, con una fotografía envidiable, locaciones maravillosas y personajes buscando redención; donde el silencio es de pronto uno de los principales compañeros de la protagonista y sorprende que por más que lo que le sucede a Edee, el guion muestra a un personaje que no se paraliza, sino que se mueve y que busca; ahí radica su mayor fortaleza. También puede interpretarse como un drama sobre arrepentimientos y soledad, pero justo en medio de una pandemia global, el aislamiento de Edee nos resuena, por más cínicos que seamos.