Better Man: La Historia De Robbie Williams
Críticas
4,0
Muy buena
Better Man: La Historia De Robbie Williams

‘Better Man’: Robbie Williams hace de su vida una fábula pop, a su manera

por Angie Quiroz

A la industria del entretenimiento le siguen sacando los trapos sucios al aire. Sin embargo, esta vez, lo que pudo haber sido un tiro en el pie resultó ser un testimonio de supervivencia ante el caos de la fama, el éxito y el poder.

Biopics y documentales sobre músicos y celebridades han estado por todas partes en los últimos años. Silencio en el set reveló el lado oscuro de Nickelodeon; Desenmascarando a Spacey expuso las denuncias contra el actor; Bohemian Rhapsody, Rocketman, Moonage Daydream y A Complete Unknown reinterpretaron a leyendas musicales. Pero Better Man es otra cosa. No es una película sobre Robbie Williams, sino con y desde Robbie Williams. Una cinta en la que cuenta (y canta) su propia historia.

El director Michael Gracey, el mismo de The Greatest Showman, dirige este viaje que arranca con Williams niño, admirando a su padre y soñando con ser una estrella. De ahí pasa a su ascenso con Take That, su salida de la banda, su carrera en solitario, su relación con Nicole Appleton, su icónico show en Knebworth y la vuelta a sí mismo.

The Manc

Better Man, aunque trata una historia particular, tiene puntos en común con la de muchas otras estrellas. Primero, el deseo de ser famoso. Robbie quería estar en la cima y lo consiguió, primero como ídolo adolescente y luego como solista. Pero solo cuando dejó de intentar complacer a los demás y se permitió escarbar en su oscuridad para convertirla en arte, su carrera musical realmente despegó.

Segundo, la trampa del éxito. Williams alcanzó niveles estratosféricos de popularidad, pero descubrió que todos querían a Robbie, no a Robert. Una de las escenas de la película ejemplifica esta paradoja. Ya en su mansión, conversa con un amigo de la infancia sobre su show en Knebworth. Su amigo insiste en la magia que despliega al subir al escenario, a lo que Robbie responde: "Estar allá arriba es la peor parte".

Tercero, la búsqueda de validación externa como camino a la autodestrucción. Como en muchas otras historias de artistas, el abuso de sustancias se vuelve un combustible peligroso. Su historia tiene un final feliz, pero pagando un costo por ello.

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Ver Better Man es toda una dicotomía. En un momento, estás moviendo la cabeza con las secuencias musicales (que, por cierto, son fantásticas); y al siguiente, estás inconsolable. La verdad es que perdí la cuenta de cuántas veces se me aguaron los ojos, pero lo que sí recuerdo es salir del cine y ver a todo el mundo sonándose la nariz.

Muchos han aplaudido la valentía de Williams al contar su historia en vida. Sin embargo, él mismo ha sido sincero sobre sus intenciones: "Mi trabajo requiere la atención de la gente. Si no la tengo, no puedo hacer mi trabajo. Así que no voy a fingir que es otra cosa. Es, en gran parte, un dispositivo para llamar la atención" dijo en entrevista aquí, en SensaCine Latam. Por lo tanto, si algo está esperando no es la compasión del mundo, si no, nuevas fuentes de ingreso.

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Aun sabiendo que con la boleta del cine estás contribuyendo a la economía de la familia Williams, Better Man es una película hermosa. Ahora, si hay que buscarle el punto negro, es que la fábula funciona de forma extraordinaria para él. En la vida real, no siempre al que obra bien, le va bien. Basta con recordar a los artistas del club de los 27, o el tercer acto de El brutalista. Sin embargo, Williams logra ser un felino (en realidad es un mono, pero no funciona la analogía con los mamíferos) que en sus siete vidas cae de pie.

Better Man logró una nominación al Oscar en la categoría de Mejor efectos visuales, pero más allá de los premios, y su viaje a lo largo de la temporada, su verdadera victoria es despertar ternura en lo sombrío. Esto, y reconectar con su legión de fans, ganar nuevos, sumar reproducciones en Spotify, y todas las consecuencias derivadas de pulsar el botón de la nostalgia.

IGN

Al final, ser amante de Williams o no es lo último que tiene lugar en la conversación. Sí, es una historia de redención, de sacar lo bueno de los golpes de la vida, de donde se cierra una puerta se abre una ventana, pero por más cursi que pueda parecer, hasta al más reacio le pasará lo mismo: sentirla por completo.

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