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Isaac Ezban se confirma como el mejor director de horror en México
por Nancy PonceSi alguien cree que en México no hay buenos exponentes del cine de terror, está muy equivocado. Prueba de ello, Mal de ojo, la película de Isaac Ezban que recupera la brujería y el ocultismo después de años de ausencia en el país. Lo decimos por sus precurosoras: Veneno para las hadas de Enrique Taboada o La tía Alejandra de Arturo Ripstein, los más relevantes del género. Décadas después, el cineasta mexicano revive el folclor latinoamericano en una atemorizante historia con toques de fantasía.
En los primeros minutos conocemos a Nala (Paola Miguel), una niña de 13 años que es obligada a viajar al pueblo de su abuela con el objetivo de encontrar una cura de la extraña enfermedad de su pequeña hermana, Luna (Ivanna Sofia Ferro). Hasta ahí la historia sigue la fórmula clásica de cualquier película de terror: largos caminos en carretera, música misteriosa y una familia disfuncional. En este punto las actuaciones de Samantha Castillo y Arap Bethke como los padres son poco creíbles y un tanto forzadas.
Después de un largo viaje, las niñas son recibidas por su abuela Josefa (Ofelia Medina), quien desde su aparición da un aire de desconfianza y hostilidad que nos advierte de inmediato quién será la antagonista. Todo parece ser muy predecible, las pequeñas deben permanecer en una escalofriante casa sin WIFI y cientos de extrañas reliquias, mientras sus padres buscan “la cura”. Además, la relación madre-hija está fracturada en ambas generaciones, generando mucha tensión en el hogar y dando inició a una pesadilla interminable.
Medina, quien recién recibió el Ariel de Oro, se apropia de su personaje y lo lleva a límites inimaginables, demostrando que la maldad sí existe y no será vencida. Conforme avanza la película la mujer presenta escalofriantes comportamientos que por momentos nos harán creer que son necesarios para la curación de Luna, pero finalmente nos percatamos de su malévolo plan. Sin temor a equivocarnos, la primera actriz conduce la tensión el cien por ciento de la cinta.
Cinépolis Distribución
Josefa encarna muchos de los estereotipos de las brujas, desde el deseo de la juventud hasta la habilidad de cambiar de piel. Pero lo que hace una hechicera inolvidable y terrorífica, es el increíble trabajo de maquillaje a cargo de Roberto Ortiz, ganador de varios premios Ariel, quien logra dar vida a todas las leyendas y creencias que hemos escuchado sobre estas enigmáticas mujeres. Es así como tenemos a un ser con los músculos expuestos, largas uñas, filosos dientes y una fuerza descomunal, que desearás no encontrar nunca, especialmente después de que termines la película. Les llaman Baká.
Somos testigos de una impresionante criatura que nos recuerda al trabajo de Hans Rudolf Giger, diseñador de Alien, con esto nos demuestra que, aún con bajo presupuesto, se puede dar vida a increíbles monstruos. El Baká se convierte en este extraño ser que será el causante de todos los males en la familia por generaciones. De esta manera la historia se convierte en una frenética persecución con varios jumpscares de por medio, algunos innecesarios, pero que logran mantenerte al borde del asiento, deseando atar todas las piezas posibles para resolver el misterio antes de ser sorprendio de forma violenta.
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Si hay algo que caracterizó a Ezban en El Incidente y Los parecidos, es la buena construcción de ambientes, por lo que los escenarios en donde se desarrolla la trama transmite la urgencia de huir de Nala. El intercambio de luces y encuadres son vitales: la casa, la locación principal en donde se desencadena el terror, permite una atmósfera que se fusiona con los diálogos y el tenebroso guion del realizador. En cada pasillo y en cada objeto hay nueva información que nos permite hacer nuestras propias deducciones, pero cuando creíamos haber descubierto el misterio, la película da un plot twist que nos deja helados.
Sin embargo, todo lo que había logrado la cinta en el segundo acto se cae con el final. En el intento de mezclar la brujería con lo contemporáneo, nos muestran a la malvada bruja en algún rinconcito de Chapultepec dispuesta a ir por más víctimas. A mi parecer, esta secuencia podía quedar fuera, ya que esta misma idea había quedado implícita minutos antes con la caja con el Baká, la madre impostora y el regreso a la Ciudad.
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Aún así la película atrapa, entretiene y asusta, reviviendo uno de los temores colectivos más legendarios. Con esta cinta Ezban demuestra que el cine de terror mexicano no ha muerto, y mejor aún, hay creatividad y ganas de innovar. Sin temor a equivocarnos, esta cinta mexicana puede sumarse a Terrifier 2, Sonríe, X, El teléfono negro, Pearl, Barbarian como las salvadoras del terror en 2022, muy por encima de clásicos como La masacre de Texas y Halloween: La noche final.
