Dieciséis años después de que el huracán Katrina devastara la ciudad de Nueva Orleans, toda una generación todavía lidia con el impacto, de por vida, de tener su infancia redefinida por la tragedia. Estos niños estadounidenses que fueron transportados por aire fuera de las aguas crecientes, evacuados de sus hogares a centros similares a refugiados, o colocados en situaciones de vivienda temporales improvisadas, han sido abandonados. Cuando a las familias se les encomendó la tarea de reintegrarse en nuevas comunidades, después de haber experimentado pérdidas, desplazamientos y falta de apoyo de los funcionarios gubernamentales, los niños tuvieron que procesar su trauma en una ciudad herida y fracturada, de una manera u otra. En el documental Los niños de Katrina, el cineasta Edward Buckles Jr., utiliza su cámara para elevar las voces de la ciudad, permitiéndoles expresar su reserva de dolor y emociones reprimidas, en un viaje hacia la curación.