En el documental Zakros, del cineasta Filippos Koutsaftis, tras una excavación arqueológica en un sitio prehistórico, cerca del pequeño pueblo de Creta, el pasado de Grecia se reconstruye como una presencia eterna a través de su huella arqueológica, que se vuelve a imaginar como un paisaje arqueológico trascendente, cruelmente violado por una modernidad profundamente inculta y completamente misantrópica. Siguiendo una clara tradición europea centrada en la documentación de las distopías contemporáneas, Koutsaftis compone su texto fílmico como un gesto contemplativo que ensaya la memoria cultural al mismo tiempo que busca aceptar lo que él describe como el trauma de historia, donde la materialidad del pasado está imbuida de una fuerza verdaderamente emancipadora.