En la cinta mexicana de drama El coronel no tiene quien le escriba, dirigida por Arturo Ripstein (Principio y fin), un coronel veterano de la guerra trata de sobrevivir en condiciones precarias, junto a su esposa asmática, en una villa de la costa atlántica, a la mitad de la década de los años 50. Durante 15 años, cada viernes, el coronel se pone su único traje, impecable y se encamina al muelle, a esperar una carta que anuncie la llegada de su pensión. La gente del pueblo, su esposa y él mismo saben que dicha carta nunca llegará, pero él sigue esperando en el muelle, en una rutina que también oculta el dolor de haber perdido a su único hijo. Entre discusiones y preocupaciones planteadas por su esposa, el hombre se centra en su otra opción, un gallo de pelea, propiedad de su hijo, al que espera enfrentarlo en una arena y se pueda convertir en una fuente de ingresos para su alarmante situación.
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