Roberto Casas termina yendo a prisión y pareciera ser el fin para Las Bravas, pues también han perdido la mitad de su estadio. Además Claudia ha decidido partir a un rumbo diferente que al de sus compañeras y ahora pertenece al equipo rival, Las Tapatías. Cuando todo pareciera perdido, Roberto es puesto en libertad y aunque en Playa Ángel lo reciben gustosos, el resto del equipo está desanimado y le informa todo lo que ha ocurrido durante su ausencia. A pesar de esto, Roberto está decidido a llevar a las Bravas a la gloria que merecen y en esta ocasión tendrá la ayuda de un viejo conocido, Carrasco, quien sigue creyendo en él y también quiere ver a las chicas rodeadas por la victoria. Aunque Claudia pareciera haber cambiado por completo, Roberto está decidido a recuperarla, pues en el fondo sabe que sigue siendo una Brava de corazón.